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DE MUDÉJARES A MORISCOS: RECORRIDO DESDE LA ÉPOCA DE LOS REYES CATÓLICOS HASTA LOS TIEMPOS DE CERVANTES

David Cano López Tiempo de Cervantes DE MUDÉJARES A MORISCOS: RECORRIDO DESDE LA ÉPOCA DE LOS REYES CATÓLICOS HASTA LOS TIEMPOS DE CERVANTES   Los moriscos a comienzos del siglo XVI mantienen la lengua árabe para los usos culturales como un signo importante de pertenencia a la «umma», medicine esa gran comunidad de creyentes en el mensaje del profeta. El árabe es la lengua de la revelación de dios, cialis la lengua de su verbo divino y por lo tanto la máxima expresión del Corán para su entendimiento. Los moriscos durante todo el siglo XVI y XVII aún realizaban obras en árabe de diversa índole, click a pesar de intentos como el del Cardenal Cisneros de acabar con su producción mediante la quema de libros. Las obras piadosas, de textos coránicos y de hadices, y las de jurisprudencia eran las más apreciadas por los moriscos. Es importante saber de esta producción literaria pues se demuestra que los moriscos mantenían la fe intacta en su religión. Una parte de la comunidad morisca fue perdiendo paulatinamente el contacto con la lengua árabe a partir de su incorporación a territorio cristiano, es decir, iban perdiendo la herencia cultural de sus antepasados pero por encima de todo  lo que suponía eran dificultades a la hora de recibir el mensaje de dios. Para salvar la herencia cultural recurren a la aljamía. « La aljamía significa para los moriscos el recurso a la lengua románica vernácula para expresar contenidos islámicos, desde el mismo texto del Corán hasta cualquier oración». BERNABÉ PONS, F. Luis: «Moriscos, conflictos, expulsión y diáspora», Catarata: Madrid, 2009. Pág.69. Los moriscos gracias a la aljama mantendrán unidos sus lazos entre creyentes musulmanes frente a unas autoridades que les imponen una religión que no entienden. En algunos casos detectados por la inquisición, el creyente musulmán solo conoce algunas oraciones, que recita de memoria sin entender, algunas costumbres y ceremonias, es decir, a pesar de que el modo de ser musulmán no es el apropiado por esa erosión que ha sufrido su cultura, debido a los intentos de hacerla desaparecer, es la voluntad de ser musulmán lo que ponen por encima de todo. Conservaban todas sus tradiciones incluidas las de la vida cotidiana. Los moriscos tenían sus propias formas de reconocerse como tal, levantaban el dedo índice que junto a la fórmula “Doy testimonio de que no hay otro dios que Dios y Muhammad es su enviado” simbolizaban su pertenencia a este credo. Muchos de los cristianos o la mayor parte de ellos desconocían su significado por lo que es de entender que los musulmanes conocían mejor el cristianismo de lo que los cristianos conocían el Islam. Esta insistencia en preservar su cultura y tradiciones es la que provocará que los cristianos comiencen a pedir que las abandonen y que de persistir en ellas sean expulsados. Hay que entender que se inicia un proceso de evangelización viciado por las condiciones impuestas y por los escasos beneficios de la cristianización, pues los moriscos que quisieran convertirse al cristianismo nunca serían reconocidos como cristianos viejos, con los beneficios que esto suponía. Con todo lo anterior es de suponer  que, a pesar de que llevan una vida pública de cristianos, debían seguir siendo musulmanes. Los bautismos forzosos no podían acabar de un plumazo con siglos de tradición y cultura islámica, eso sí, solo lo practicaban en un entorno seguro. El secreto y la discreción serán los pilares más importantes en sus vidas. Cristianos y musulmanes en un principio dominaban unos territorios de la península que les hacia tratarse de igual a igual con el otro. Con la conquista del reino nazarí de Granada en 1492 por los Reyes Católicos, que supone el final del avance cristiano en territorio peninsular, esta situación varió, el musulmán en cualquier punto de España en el que desarrollase su vida comenzó a ser considerado como el vencido, y por lo tanto su derrota tendría consecuencias. Desde el punto de vista legal siguieron gozando de todos los derechos, pero en la vida cotidiana la presión de los vencedores  fue creciendo hasta poner en cuestión la misma existencia de los musulmanes que vivían en territorio cristiano. Entre 1484 y 1492 tras los cruentos combates en ocasiones se había acordado la forma de capitular. Se habían conseguido acuerdos entre vencedores y vencidos, en algunos casos estos acuerdos suponían el reconocimiento de la libertad personal, la conservación de estructuras sociales y jurídicas, o el respeto de la estructura religiosa y cultural de los vencidos. Incluso en las últimas capitulaciones se le ofrecía al musulmán la posibilidad de conservar sus bienes. La capitulación de 1491 concedía la libertad inmediata de los cautivos. Las buenas intenciones que en un principio hemos relatado se quedaron solo en eso, en intenciones desmentidas por los hechos. Poco a poco la mayor parte de los derechos fueron siendo retirados de forma progresiva a los mudéjares. El derecho a portar armas o a comprar tierras les fue prohibido casi de inmediato, los viernes eran obligados a mantener las puertas abiertas porque este día es sagrado para los musulmanes. En 1495 y 1499 nuevos impuestos recayeron sobre los mudéjares exclusivamente. Toda esta presión a la que fueron sometidos los mudéjares tuvo como consecuencia las primeras revueltas. El 18 de diciembre de 1499 se sublevaron los mudéjares del Albaicín de Granada ante la intransigencia del Cardenal Cisneros que había comenzado a poner en marcha las primeras conversiones forzosas. Tras tres días de intensos los sublevados depusieron las armas a cambio de una promesa de amnistía para todos aquellos que decidiesen convertirse al cristianismo. Mientras que en Granada todo volvía a la calma en otras partes del reino se intensificaban las revueltas. En el año 1500 en la Alpujarra un grupo de amotinados dirigidos por Ibrahim Ibn Ummaiya consiguieron apoderarse de varias fortalezas cristianas, pero la rebelión fue controlada hasta tal punto que los cristianos aprovecharían para ocupar Lanjarón y Andarax. Las revueltas se extendieron desde Granada a Almería hasta llegar a Málaga. El rey Fernando intervino personalmente poniendo fin a estas sublevaciones por la fuerza de las armas. Los mudéjares de Andalucía se convirtieron en masa al cristianismo, ante el temor de represalias por parte del rey. En el resto de la corona de Castilla los mudéjares eran ajenos a estas revueltas pero los sucesos de Granada dieron lugar a la aprobación de una cédula real, el 12 de Febrero  de 1502, en la que se les obligaba a elegir entre la conversión y el destierro. Pero ¿cómo podían asegurarse una conversión sincera?, los siguientes años se toman medidas como el reconocimiento de que los nuevos conversos sean sometidos al régimen común al que pertenecía cualquier cristiano viejo, se les imponen los mismos impuestos y el derecho alas mismas exenciones. Sin embargo a pesar de reconocer estos derechos, muchos textos reconocían «rasgos culturales específicos que con el tiempo desaparecerían» Eso es lo que en un principio habían pensado, como si ser musulmán fuese una enfermedad que se curaría con la medicina de la conversión. Con el tiempo se dieron cuenta de que la campaña de conversiones había fracasado, que no habían extirpado el problema del Islam y por lo tanto había que tomar medidas. En Granada en 1526 se selló un documento en el que se negaba todo particularismo morisco, algunos artículos de este documento prohibían o limitaban la utilización del árabe escrito u oral, la posesión de símbolos que perteneciesen al Islam, la circuncisión, la manera ritual de matar a los animales, en definitiva lo que se prohibía cualquier costumbre que revelara el origen musulmán. Todas estas medidas adoptadas por la corona de Castilla se tomarían como referencia en Aragón, a pesar de que Carlos I desmentía una y otra vez que preparara la expulsión de los mudéjares. En Valencia los agermanados, tras el asesinato de dos negros por musulmanes, comenzaron el linchamiento de todo mudéjar que se encontraran en su camino. En 1522, el problema mudéjar lejos de solucionarse se abría paso con más fuerza si cabe. Tras tres años en 1525 se dio orden de que los musulmanes pertenecientes a la corona de Aragón abrazasen la fe cristiana. Dos representantes de los musulmanes tras intensas negociaciones consiguieron que, a pesar de la conversión y previo pago de 40.000 ducados, durante diez años pudiesen utilizar el árabe, la utilización de cementerios distintos o el respeto de los matrimonios consanguíneos ya consumados. Este acuerdo finalmente no sería respetado dando lugar a diversas revueltas en la que tuvieron que intervenir los ejércitos regulares de la corona, pues la resistencia de algunas comarcas de Valencia intensamente islamizadas fue feroz. Hasta 1526 no fueron sofocadas las revueltas de Benaguacil, Almonacid y la sierra del Espadán. En 1526 se produce una pausa en la represión antimorisca, tanto en el reino de Granada como en Aragón se analiza como era la situación en la que se encontraban los moriscos. Fue el propio Carlos V el que solicitó este informe que mostró unos resultados demoledores: los moriscos sufrían exacciones múltiples y permanentes por parte de los cristianos, eran injuriados, víctimas de expoliaciones, se les arrancaban los velos a sus mujeres, etc. La conclusión de este informe provocó un cambio en el intento de cristianizar  a esta minoría. En un principio la conversión fue una práctica elitista, se atraía a las familias ilustres para que los demás lo tomasen como ejemplo, a partir de 1526, las conversiones se centran en todos los moriscos sin excepción. Durante tres décadas parece que se establece la calma hasta el año 1555-1568 en el que de nuevo comienzan las tensiones. Los intentos de cristianizar fracasan: «los moriscos son más moros que nunca y, decididos a conservar sus costumbres y prácticas» DOMÍNGUEZ ORTIZ, Antonio / BERNARD Vincent: «Historia de los moriscos», Alianza Universidad: Madrid, 2003. Pág. 28 A los problemas intestinos que se producen en la península se añade uno que procede del exterior, los turcos y la piratería berberisca. En castilla y Aragón existía cierta preocupación por que los moriscos sirviesen de punta de lanza y fuesen susceptibles de facilitar apoyo a un ataque enemigo. En 1563 se promulgó un decreto por el cual se registraron 16.377 casa moriscas en las que se confiscaron« 330 armas de fuego y 27145 armas blancas» DOMÍNGUEZ ORTIZ, Antonio / BERNARD Vincent: «Historia de los moriscos», Alianza Universidad: Madrid, 2003. Pág.31. En Granada  los terrenos y límites de las fincas moriscas fueron revisadas así como los títulos de propiedad de estas, si no los poseían eran multados. Esta situación contribuyó a aumentar la tensión en la zona. Esta situación y la impotencia de los obispos por el fracaso de la evangelización dieron lugar a una convocatoria del sínodo provincial de Granada en el que se abogaba por las prohibiciones de su lengua, vestido, baños, ceremonias de culto y los ritos que les acompañan, las zambras etc. Los prelados exigían que: se les prohibiera tener esclavos, que se pronunciasen más condenas a galeras contra ellos, más prohibiciones de residencia, que una docena de familias de cristianos viejos  se establecieran en cada lugar, que deberían visitarse con frecuencia las casas moriscas los viernes sábados y días festivos. Todas estas reclamaciones fueron aceptadas, a todo ello se le añadió la prohibición de todos los libros árabes en el periodo de tres años. Los moriscos descontentos con los acontecimientos que se iban sucediendo dieron el paso definitivo para el alzamiento el 24 de Diciembre de 1568. Lo que en un principio se tomó como un conflicto de escasa importancia llegó a ser de una gran preocupación para Felipe II. Desde 1568 hasta 1570 se dieron una serie de enfrentamientos contra los sublevados moriscos, dirigidos por Aben Humeya, Aben Aboo y El Zaguer. La incapacidad de  de las tropas españolas por acabar con la revuelta hace que Felipe II recurra a su hermano, Juan de Austria. Hernando de Córdoba (Aben Humeya) era veinticuatro regidor de Granada. Se convirtió en un proscrito que se vio al mando de un ejército de cuatro mil hombres. Abén Humeya nombra allí mismo alguacil mayor a su principal rival Farax ben Farax (Abén Farag), jefe de la todavía poderosa familia de los Abéncerrajes famosa por su crueldad en las batallas. El día siguiente Abén Farag ataca Lanjarón y quema la iglesia con 20 cristianos dentro, rápidamente se aleja y toma los pueblos de Poqueira, Pitres, Juviles y Ugíjar. Estos acontecimientos hacen que Felipe II en Enero de 1569 envíe dos poderosos ejércitos, uno al mando del marqués de Mondéjar que acampó en Órgiva y el otro al mando del marqués de los Vélez que situó su cuartel en Terques. La incapacidad de  de las tropas españolas por acabar con la revuelta hace que Felipe II recurra a su hermano, Juan de Austria. Hay un hecho fundamental para la derrota definitiva de la rebelión, la falta de apoyo por parte de los turcos  y de Argel. También los moriscos de la corona de Aragón se abstuvieron de participar en las revueltas, todo lo anterior, y teniendo en cuenta que los moriscos en Valencia habían sido desarmados como vimos tras el decreto promulgado  en 1526, provocó que la revuelta fuese sofocada y los grandes líderes de ésta asesinados. El uno de Noviembre de 1570 los moriscos fueron reunidos pueblo por pueblo para ser conducidos bajo buena escolta fuera del reino de Granada. En total unas 50.000 personas tuvieron que abandonar sus casas y sus raíces independientemente de si habían participado en la sublevación o no. Sufrieron el exilio, el que tuvo suerte, porque en la larga caravana de exiliados perecieron muchos de ellos. La deportación de los moriscos granadinos se realizó en columnas de 1.500 a 2.000 personas, escindidas en escuadras de 500 individuos. Cada columna seguía un itinerario particular con el fin de asegurar un mejor avituallamiento. Como media, la expedición recorría un poco más de 4 leguas al día, y para evitar que los más fuertes escapasen, se les ataba con esposas. La expulsión se produjo en tres fases dando lugar a más de 80.000 exilios. Pero con el exilio no se acaba el problema pues la mayor parte de los moriscos que habían sido expulsados de sus casas se establecieron en  Aragón Felipe II aún temía cual podría ser el papel que podrían desempeñar los moriscos en una posible invasión turca del territorio peninsular por lo que en los años siguientes al destierro de los moriscos granadinos la desconfianza en ellos fue la nota dominante pues las relaciones entre los moriscos y Constantinopla nunca se había roto. Entre 1589 y 191 los turcos planearon dos grandes desembarcos para socorrer a los moriscos españoles pero los planes de invadir la península fueron desbaratados. Los moriscos aragoneses de nuevo fueron desarmados, mientras que surgía una nueva preocupación para Felipe II, la concentración de los moriscos cerca de las costas mediterráneas, en las proximidades del reino de Granada y Valencia. Los moriscos poco a poco volvían a instalarse por toda la península Este resurgir del problema hizo que las posturas se radicalizasen, se pedía y demandaba al rey que tomase cartas en el asunto y que se dejara de expulsiones o exilios parciales sino que tomase la decisión de su expulsión definitiva del territorio peninsular, como se demuestra en este fragmento: «El que quisiere baptizar a su hijo que le baptize, y el que no que no le baptize, y que destos que quisieran baptizar a sus hijos y voluntaria y libremente aceptar la fe católica se haga república aparte y se incorporen con los cristianos, en medio dellos, y les obliguen a confesar y comulgar y a todas las demás obras christianas , y que estén por minuta y se tenga quenta con ellos assi en como viven como en sus casamientos, de manera que les den orden para que se casen con gente nuestra…advirtiéndoles que se usará de tanto rigor con ellos si se apartan de la fe católica como se usa oy día con los luteranos; y a estos, como serán pocos( si algunos son) se les podrá dar forma de ser instruidos en particular, y podrase tener speranza alguna, y los que no querrán baptizar sus hijos serán del todo cosnocidos por enemigos y no havrá para que gastar mas agua con ellos y tenellos como moros guardándoles la ley natural, y en los lugares dellos y a costa dellos tener un fuerte, y allí soldados para que estuviesen seguros dellos, y que los justicias y gobernadores dellos fuesen cristianos, y en lo que toca a su secta, ni les ayudasen ni les estorvasen, y no sería que les permitiesen algún edificio como pajar en que sus ceremonias hiziesen pues no ay ese peligro que se haga un christiano moro…»DOMÍNGUEZ ORTIZ, Antonio / BERNARD Vincent: «Historia de los moriscos», Alianza Universidad: Madrid, 2003. Pág. 69-70   Casi la totalidad de la jerarquía eclesiástica era favorable a su expulsión pero sin entregarlos al Islam, por ello algunos plantearon la posibilidad de mandarlos a Terranova, es decir, a un lugar lo más inhóspito posible. En 1598 Felipe III sucedía a su padre y, al igual que éste, abordó el problema morisco desde el punto de vista de la conversión forzosa sin tener en cuenta la expulsión, en un principio, pero la jerarquía eclesiástica, encabezada por Ribera seguía presionando para que se produjese la expulsión definitiva. Lo que se pedía era que como herejes y traidores merecían la muerte, y que se les haría un favor si se les permitía el destierro y la esclavitud.  Durante 10 años el rey había impedido y frenado los planes de expulsión pero cada vez más voces se alzaban en pos de la expulsión de los moriscos. Finalmente el 30 de Enero de 1608, se reunió el Consejo de Estado en pleno y acordó por unanimidad que los moriscos fueran expulsados de España. La empresa de la expulsión no era fácil, primero se expulsaría a los moriscos de Valencia. Los moriscos residentes en Aragón serían respetados debido a que podría crear mucho malestar en los señores aragoneses su expulsión ya que, a diferencia de otros lugares como Granada donde se dedicaban al comercio o al transporte, en Aragón realizaban todas las profesiones necesarias a la vida social, incluso formaban núcleos burgueses. La decisión de expulsar a los moriscos debía basarse en su infidelidad y en su traición y por lo tanto a ojos de todo el mundo debía quedar claro que aquella minoría era expulsada de España en virtud de una sentencia justa. En 1608 muchos moriscos tenían claro que el decreto promulgado se llevaría a efecto y por lo tanto decidieron realizar un éxodo voluntario dirigiéndose a Francia desde podrían embarcarse hacia el norte de África. El destino preferido fue Túnez, el país más acogedor. Finalmente se decidió comenzar la expulsión por los valencianos, en Septiembre  de 1609.  La mayor parte de los moriscos valencianos abandonaron sus casas para dirigirse a las costas de berbería, Marruecos, Argelia, Libia o Túnez fueron los destinos siendo este último el preferido por los exiliados. Las malas noticias que empezaban a llegar sobre la suerte que corrían los que desembarcaban en Berbería provocaron un intento de resistencia desesperada en la zona montañosa del interior de Valencia. Los tercios italianos masacraron a los moriscos y pusieron fin a su resistencia. No se sabe cuantos perecieron pero unos tres mil supervivientes fueron embarcados para su destierro:   «Por tan largo discurso de años he procurado la conversión de los moriscos de este reino de Valencia y del de Castilla y los edictos […] y diligencias que se han hecho para convertirlos a nuestra fe y lo poco que todo ello ha aprovechado […]. He resuelto que se saquen todos los moriscos de este reino y que se echen en Berbería. Y para que se ejecute lo que S. M. manda, hemos mandado publicar el bando siguiente: Primeramente, que todos los moriscos de este reino, así hombres como mujeres con sus hijos, dentro de tres días [ ..] salgan de él y vayan a embarcarse a la parte donde el comisario les ordenare, llevando consigo de sus haciendas los muebles, los que pudieran en sus personas, para embarcarse en las galeras y navíos que están aprestados para pasarlos en Berbería, adonde los desembarcarán sin que reciban mal tratamiento ni molestia en sus personas. Y el que no lo cumpliere incurra en pena de vida, que se ejecutará irremisiblemente. Que cualquiera de los dichos moriscos que, publicado este bando, y cumplidos los tres días, fuese hallado fuera de su propio lugar, pueda cualquier persona, sin incurrir en pena alguna, prenderle y desvalijarle, entregándole al Justicia del lugar más cercano, y si se defendiere lo pueda matar. Que cualquiera de los dichos moriscos que escondiere o enterrase alguna hacienda que tuviere por no la poder llevar consigo o pusiese fuego a las casas, sembrados, huertas o arboledas, incurran en la dicha pena de muerte los vecinos del lugar donde esto sucediere». Expulsión.   La expulsión de los moriscos de la corona de Castilla no tuvo las incidencias dramáticas que la realizada en Valencia. Se dan dos novedades importantes, se les dejaba vender sus bienes y debían de abandonar a los menores de 7 años, a menos que fueran a tierras cristianas, de cuya educación se harían cargo las autoridades correspondientes. Que tuvieran que abandonar a sus hijos menores hizo que muchos de los moriscos decidiesen abandonar el país por Francia para evitar la tragedia de tener que abandonar a sus hijos. Los moriscos andaluces abandonaron la península a la vez que los de Extremadura y las dos castillas, sólo se les permitía llevar el dinero justo para el viaje pero limitándoles la salida, no debería ser ni por Andalucía, Murcia, Valencia ni Aragón: El Rey «Don Manuel de Benavides cuyo diz que es Jabalquinto demas de lo que se os dize en la carta que acompaña el bando que se ha de publicar en vuestra tierra, a parecido ordenaros y mandaros como lo hago que en la publicación del dicho bando añadays que los moriscos que en ella residen no puedan salir por los Reynos de Castilla Vieja y Nueva ni por Extremadura y la Mancha, sino solo por los puertos de mar del Andaluzia, Granada y Murcia, porque asi conviene a mi servicio y avisareisme de de averlo asi cumplido.» De Madrid a 3 de enero de 1610 Finalmente, Felipe III, pasará a la historia como el rey que hubo expulsado a los moriscos españoles. Las consecuencias económicas de la expulsión fueron muy importantes, a pesar de que se intentó minimizar su impacto justificando que solo se dedicaban a cultivar huertas. En realidad la expulsión de los moriscos tuvo una repercusión mayor pues ciudades importantes perdían a buena parte de su población, ciudadanos que ocupaban todos los sectores comerciales y que por lo tanto dejaban notar su ausencia. La expulsión de los moriscos tuvo consecuencias nulas para las regiones más septentrionales, despreciables para Cataluña, severas para Aragón, y de notable intensidad para el reino de Valencia. En resumen fue un factor importante y de peso en la recesión del reino de España en el siglo XVII pero el desastre que han defendido diversos autores, a nivel económico.     BIBLIOGRAFÍA ARENAL –GARCÍA, Mercedes: Inquisición y moriscos. Los procesos del tribunal de Cuenca, Siglo veintiuno: Madrid, 1978. BERNABÉ PONS, F. Luis: Moriscos, conflictos, expulsión y diáspora, Catarata: Madrid, 2009. DOMÍNGUEZ ORTIZ, Antonio / BERNARD Vincent: Historia de los moriscos, Alianza Universidad: Madrid, 2003.   http://www.lasalpujarras.org/moriscos/index.htm ( Consultada 20 de octubre de 2013) http://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/historia-del-sic-rebelion-y-castigo-de-los-moriscos-del-reino-de-granada-( Consultada 20 de octubre de 2013) http://www.webislam.com/videos/58452 documental_y_debate_la_expulsion_de_los_moriscos.html( Consultada 20 de octubre de 2013) http://historiadeaielo.blogspot.com.es/2010/12/aportacion-la-h-de-ayelo-de-malferit.html( Consultada 20 de octubre de 2013) http://www.islamyal-andalus.es/index.php?option=com_content&view=article&id=8226:la-zambra&catid=61:andaluces&Itemid=152( Consultada 21 de octubre de 2013) http://www.artehistoria.jcyl.es/histesp/obras/10970.htm( Consultada 23 de octubre de 2013) http://blogs.ua.es/moriscosespanamoderna/2011/01/12/moriscos-vida-conversion-y-expulsion-de-aragon-ii-las-germanias/( Consultada 23 de octubre de 2013) http://www.rtve.es/alacarta/videos/los-moriscos/moriscos-sublevacion-destierro-expulsion/921955/( Consultada 21 de octubre de 2013) http://www.granada.org/inet/bibliote.nsf/660ae4ac1774d40ec12574a5003390b1/53b88947264ffbb1c125770a0043c6ab!OpenDocument&ExpandSection=1( Consultada 24 de octubre de 2013) http://www.moriscostunez.com/2009/09/decreto-de-expulsion-de-los-moriscos.html( Consultada 24 de octubre de 2013) http://www.mcu.es/principal/docs/novedades/2010/BN_MemoriaMoriscos.pdf( Consultada 24 de octubre de 2013)      

David Cano 24 octubre, 2013 24 octubre, 2013 Cervantes, conversión, expulsión, moriscos
Del Viaje a Oriente de Nerval

UN MAMELUCO COPTO NADADOR EN MARSELLA. Cuando Napoleón estuvo en Egipto, se alistaron en su ejército muchos soldados o mamelucos, sobre todo coptos, que le acompañaron a Francia, verdaderos hombres de frontera al fin. Y con la caída de Napoleón algunos lograron su salvación a nado. Uno de ellos fue el cairota copto Mansour, a quien Gérard de Nerval conoció por medio del tendero y exmameluco M. Jean, afincado allí, en El Cairo, y al que luego contrataría como criado. He aquí el breve fragmento de esa presentación precisa de un hombre en la frontera vital más emocionante: Mansour había sido mameluco al igual que M. Jean, pero de los mamelucos del ejército francés. Estos últimos, como me explicó, se componían principalmente de coptos que, tras la retirada de la expedición de Egipto, habían seguido a nuestros soldados. Pero el pobre Mansour, como muchos de sus camaradas, fue arrojado al agua por el populacho al llegar a Marsella, a causa de haber apoyado al partido del emperador al regreso de los Borbones. Aunque, como un auténtico hijo del Nilo, consiguió salvarse a nado y ganar otro punto de la costa. *** El fragmento procede del Viaje a Oriente de Gérard de Nerval, de la traducción que está preparando Esmeralda de Luis para el AdF, una narración de gran viveza y verdadera literatura de avisos: desborda el libro de viajes para convertirse en literatura de la información más refinada, hermosas fuentes para la historia o literatura de avisos que estamos intentando tipificar aquí. Así de rotundo, impregnadas de oralidad y dialogadas, con sus garantías de veracidad explicitadas de continuo, comenzando por la propia vida del escritor inmerso en aquella realidad que narra con respeto y asombro. Es el mismo caso cervantino y el de los grandes escritores viajeros, sean estos frailes, mercaderes, exiliados, administradores o gobernantes, o de varios oficios o estados a la vez. Las secuencias y escenas en que se integra la presentación del mameluco copto del ejército napoleónico son de una riqueza expresiva que merece la pena presentar aquí el arranque completo del capítulo (III. El harem – VI. La isla de Roddah…); los personajes son el cónsul francés, un ujier del consulado con bastón de empuñadura de plata, una esclava a quien Nerval quiere proteger de sus dos criados, pues desconfía de ellos, el viejo mameluco francés M. Jean, tendero en su barrio de El Cairo, el mameluco copto Mansour, nadador en Marsella, y el cheikh Aboud Khaled, poeta y guía invitado por el cónsul, que no gustaba de la reforma del sultán Mahmoud II (1785-1839), el permiso de importar a los países turcos las ideas, costumbres e instituciones de la Europa occidental, como explica en nota la editora española. A pesar de su tolerancia, su conocimiento de los europeos y hasta su perfil crítico que Nerval ve algo volteriano; o tal vez, más que a pesar de, a causa de. La expresividad del texto nervaliano, estupenda. La dicha de enmudecer: El Cónsul General me había invitado a hacer una excursión a los alrededores del Cairo. No era esa una oferta como para dejarla pasar, los cónsules gozan de una serie de privilegios y de facilidades enormes para poder visitar todo cómodamente. Además, tenía la ventaja en este paseo de poder disponer de un coche europeo, cosa rara en Levante. Tráfico en las calles cairotas Un coche en El Cairo era un lujo y casi más bien un adorno, dado que es imposible servirse de él para circular por la ciudad. Solo los soberanos y sus representantes tendrían el derecho de aplastar a hombres y perros por las calles, siempre que su estrechura y tortuoso trazado se lo hubieran permitido. Pero hasta el propio Pachá está obligado a circular pegado a las puertas, y no puede utilizar el coche más que para que lo trasladen a sus diversas casas de campo. Así que nada resulta tan curioso como ver un “coupé” o el último grito de París o de Londres en calesas conducido por un chófer con turbante; un látigo en una mano y su larga pipa de cerezo en la otra. El ujier, los criados y la esclava Así que un día recibí la visita de un ujier del consulado, que golpeó a mi puerta con su gruesa caña de empuñadura de plata lo que me hizo más honorable a los ojos de los vecinos del barrio. Me comunicó que se me esperaba en el Consulado para la excursión convenida. Teníamos que salir al día siguiente al despuntar el alba, pero lo que el cónsul ignoraba era que desde su invitación mi residencia de soltero se había convertido en un hogar, y yo me comencé a preguntar qué podría hacer con mi amable compañía durante un día entero de ausencia. Llevarla conmigo habría sido cometer una indiscreción. Dejarla a solas con el cocinero y el portero era ir contra la más mínima de las prudencias. Todo esto me estaba contrariando muchísimo. En fin, comencé a pensar que o bien me resolvía a comprar eunucos, o a confiársela a alguien. La hice montar sobre un burro, y nos detuvimos enseguida ante la tienda de M. Jean. Pregunté al viejo mameluco si no conocía alguna familia honesta a la que pudiera confiar a la esclava por un día. M. Jean, hombre de recursos, me indicó la dirección de un viejo copto, llamado Mansour, que habiendo servido durante muchos años en el ejército francés, era digno de total confianza. El mameluco copto nadador Mansour había sido mameluco al igual que M. Jean, pero de los mamelucos del ejército francés. Estos últimos, como me explicó, se componían principalmente de coptos que, tras la retirada de la expedición de Egipto, habían seguido a nuestros soldados. Pero el pobre Mansour, como muchos de sus camaradas, fue arrojado al agua por el populacho al llegar a Marsella, a causa de haber apoyado al partido del emperador al regreso de los Borbones. Aunque, como un auténtico hijo del Nilo, consiguió salvarse a nado y ganar otro punto de la costa. La casa semiderruida del mameluco Nos fuimos a casa de aquel buen hombre, que vivía con su mujer en una casa espaciosa pero medio en ruinas. Los techos se venían abajo con grave amenaza para las cabezas de sus ocupantes. La marquetería desencajada de las ventanas se abría por todas partes como una cortina desgarrada. Restos de muebles y de harapos cubrían la antigua morada, en donde el polvo y el sol causaban una impresión tan melancólica como la que pueden producir la lluvia y el barro penetrantes en los más pobres reductos de nuestras ciudades. Se me encogió el corazón al pensar que la mayor parte de la población de El Cairo habitaba de ese modo en casas que hasta las ratas habían abandonado como poco seguras. Ni por un instante se me pasó la idea de dejar allí a la esclava, pero rogué al viejo copto y a su mujer que vinieran a mi casa. Les prometí tomarles a mi servicio; despediría a uno de mis sirvientes actuales. Por lo demás, una piastra y media, o cuarenta céntimos por cabeza y día, tampoco eran una gran prodigalidad. El poeta cheikh Aboud Khaled Una vez asegurada mi tranquilidad oponiendo, como los hábiles tiranos, una nación fiel a dos dudosos pueblos que habían podido aliarse en mi contra, no vi ninguna dificultad para irme a casa del cónsul. Su coche estaba esperando a la puerta, atiborrado de viandas, con dos janisarios (guardias de a caballo) para acompañarnos. Venía con nosotros, además del secretario de la legación diplomática, un personaje de severo aspecto vestido a la oriental, llamado cheikh Aboud Khaled, que el cónsul había invitado para que nos ilustrara con sus explicaciones. Hablaba italiano con fluidez y pasaba por ser un poeta de los más elegantes e instruidos en literatura árabe. “Es, me dijo el cónsul, un hombre anclado en el pasado. La reforma* le resulta odiosa, a pesar de que es difícil encontrar un espíritu más tolerante que el suyo. Pertenece a esa generación de filósofos árabes, podría decirse que volterianos, que en particular en Egipto, no fue hostil a la dominación francesa”. Le pregunté al cheikh si además de él había otros muchos poetas en El Cairo. -¡Qué le vamos a hacer!, repuso, ya no vivimos en aquellos tiempos en los que por un hermoso poema el soberano ordenaba llenar de cequíes la boca del poeta, tantos como pudiera contener. Hoy en día somos bocas inútiles. ¿Para qué serviría la poesía sino para entretener al populacho de las calles? – Y ¿por qué -dije- no podría ser el mismo pueblo un soberano generoso? – Es demasiado pobre, respondió el cheikh, y además su ignorancia es tal, que sólo aprecia los romances esbozados sin arte y sin preocuparse por la pureza del estilo. Basta con entretener a los parroquianos de un café con aventuras sangrientas o espeluznantes. Después, en el punto más interesante, el narrador se detiene y dice que no continuará la historia si no se le da cierta suma de dinero; pero deja el desenlace para el día siguiente, y así puede continuar durante semanas. – ¡Pero hombre! Le repuse, si es lo mismo que nos pasa a nosotros. *** Tanto el versiculado del texto en prosa de Nerval como los titulillos de los diferentes párrafos versiculados es un ensayo de presentación de fragmentos selectos, en el marco de la investigación sobre el arte de fragmentar textos, tan necesario hoy dadas las nuevas medidas espacio-temporales que marcan la velocidad de la transmisión de la información y el conocimiento. Es una manera que quiere ser Ocasión ante una nueva Necesidad, la de hacer leer a nuestros estudiantes piezas selectas y no aburrirlos con fárragos en otras ocasiones intragables sin necesidad. La traducción se basa en el texto de la excelente edición de Michel Jeanneret (París, 1980, GF-Flammarion).

Emilio Sola 18 febrero, 2012 26 agosto, 2016 coptos, El Cairo, mamelucos, Napoleón, Nerval
Diego de Haedo, nadador

¡OBISPO AL AGUA!, EN PALERMO. Un hombre salvado de las aguas, de morir ahogado, a la fuerza se ha convertido en un Nadador. En el futuro, si ese hombre deviene gran hombre, será recordado aquel episodio como algo providencial, querido por la divinidad al tenerlo destinado para más grandes cosas, predestinado. Es lo que le sucedió al obispo Diego de Haedo, de Palermo, que luego llegaría a ser Presidente y Capitán General del reino de Sicilia, nombrado por Felipe II en los últimos años de su reinado. El episodio lo narra un sobrino suyo de igual nombre, el benedictino Diego de Haedo, abad de Frómista, el día de Navidad de 1605. Lo hace como dedicatoria a uno de los conjuntos textuales más interesantes del siglo de oro hispano, la Topografía e historia general de Argel, que apareció publicado a su nombre siete años después, en 1612, cuando ya el viejo arzobispo de Palermo y capitán general de Sicilia hacía tres años que había muerto, en 1609. Es una carta dedicatoria del sobrino con una alabanza de su tío, en la que resalta su solar y linaje antiguo común, descendientes de un duque de Cantabria y señor de Vizcaya, así como sus virtudes de hombre de gobierno y príncipe eclesiástico. La alabanza y dedicatoria termina precisamente con el episodio del obispo Haedo en el agua, forzado nadador, durante la recepción solemne en Palermo al virrey de Sicilia, conde de Alba de Liste, que volvía a la ciudad después de un viaje realizado para visitar el territorio de su gobernación. El texto lo recogemos de la edición que hace Ignacio Bauer y Landauer en la Sociedad de Bibliófilos Españoles en 1927, única edición española completa hasta hoy de la Topografía… y sus textos complementarios. Actualizamos y versiculamos el texto, con las mínimas variantes, como desarrollar las abreviaturas V.S. y V.S.I. en vuestra señoría y vuestra señoría ilustrísima; y, sobre todo, la puntuación y un par de palabras; ponemos Frómista en lugar de Fromesta, que es como lo escribe Diego de Haedo, y “habérnolos entregado” en lugar de “habemoslos entregado”, al principio de la carta dedicatora, que parece más exacto; se refiere a los papeles que el arzobispo tenía, procedentes de los cautivos de Argel que aparecen citados en los tres Diálogos de la Topográfía…, y que entrega a su sobrino en Palermo en bruto, base de su edición de 1612. Relacionada con el problema de la autoría de este texto excepcional, pues, la carta dedicatoria del joven de los dos Haedo adquiere un especial atractivo en su retórica barroca espléndida. He aquí la carta dedicatoria, con episodio final de Nadador:   CARTA DEDICATORIA AL ILUSTRÍSIMO Y REVERENDÍSIMO SEÑOR DON DIEGO DE HAEDO, ARZOBISPO DE PALERMO, PRESIDENTE Y CAPITÁN GENERAL DEL REINO DE SICILIA POR EL REY FELIPE II, NUESTRO SEÑOR. EL MAESTRO FRAY DIEGO DE HAEDO, ABAD DE FRÓMISTA, DE LA ORDEN DE SAN BENITO, SALUD Y PERPETUA FELICIDAD DESEA. Entre otras muchas razones que me mueven, ilustrísimo señor, para dedicar a vuestra señoría ilustrísima estos escritos, dos tengo por principales. La primera es que en su persona, sin lisonja alguna, caben muchas alabanzas y excelencias; pero es tan modesto y humilde vuestra señoría que las aborrece y huye de ellas, como de ofensas. Y, así, suplico a vuestra señoría me dé licencia para decir algo, ya que no sea todo. La segunda es haberlos compuesto vuestra señoría siendo informado de cristianos cautivos, especialmente de los que se contienen en los Diálogos, que estuvieron muchos años en Argel, y habérnoslos entregado, estando yo en Palermo a su servicio, aunque en borrón: de manera que sin el trabajo y diligencia que en ellos he puesto, dándoles la última forma y esencia, no se podían imprimir ni sacar a luz. Y pues son de vuestra señoría ilustrísima, se los vuelvo y ofrezco para que sean recibidos y estimados como el mucho valor del autor merece. En los cuales se conocerá el celo santo que en vuestra señoría ilustrísima mora, compadeciéndose de los inmensos trabajos que los cristianos cautivos padecen en Argel, y de los grandísimos daños que a la cristiandad de aquí se le siguen, manifestándolos al mundo en esta historia para que todos los que fueren piadosos se muevan a buscar su remedio. En lo cual muestra bien vuestra señoría ilustrisima su pío y generoso ánimo, y la noble sangre de su nacimiento derivada de aquel ilustrísimo duque de Cantabria, señor de Vizcaya, llamado don Heduo, y de su antiquísima casa solariega de Haedo, sita en el valle de Carranza, que por su honor la llamaban Palacio Heduo. De la cual Alonso Tegui, historiador verídico de los linajes nobles de las Montañas y Vizcaya, en sus versos heroicos dice: También los de Haedo, linaje afamado Diré cómo vienen de Duques potentes: De aquel que don Heduo fue llamado, Amado y querido de todas las gentes, Tomara de la casa el suelo apellido, Y corrompiolo el tiempo cansado; Porque de Heduo a Haedo ha venido, Quedando entre todos muy estimado, etc. Y aunque la nobleza de la sangre de vuestra señoría ilustrísima es mucha – sin mentira ni lisonja – muy mayor es la de sus virtudes, que son el verdadero ornamento del hombre, en cuya persona resplandecen con grande eminencia, especialmente la de la caridad, que se ve en vuestra señoría tan ferviente como en otro san Martín, que para poder mejor socorrer pobres y acudir al rescate de los cristianos cautivos de Argel con gruesa cantidad de dineros, y a la hospitalidad de los pasajeros que a ese Reino acuden de otros muchos, se desentraña y lo quita vuestra señoría ilustrísima del regalo de su persona y ornato de su palacio arzobispal, como varón de misericordia. Lo cual hace a vuestra señoría un muy calificado y gran príncipe eclesiástico, cual Dios tenía guardado para el bien de esa su Iglesia, donde es tan amado que parece exceso; porque estando yo presente oí decir muchas veces y a voz en grito a muchas personas que hablaban a vuestra señoría, estas palabras: “Monseñor ilustrísimo, Dios quite de mis años y los ponga en vuestra señoría ilustrísima, como puede”. Y es tan estimado que en este Reino y en otros le apellidan y llama el santo; y es de manera que, entre muchos, cuando alguna letra de vuestra señoría ilustrísima les venía a las manos, la besaban y estimaban como reliquia de santo, y decían: “Esta es de aquel santo Arzobispo de Palermo”. Y es vuestra señoría ilustrísima tan favorecido de Dios, como vio Palermo en un fracaso que sucedió por los años de 1591, que pasó así. Era virrey del reino de Sicilia el señor don Diego Enríquez de Guzmán, conde de Alba de Liste; el cual, habiendo salido de Palermo a visitar aquel Reino, a la vuelta, como venía en galeras, hizo la ciudad un puente desde tierra que se alargaba a la mar más de cien pies, para que allí abordase la popa de la galera donde venía el dicho señor Virrey y desembarcase. Y como Palermo es la Corte del Reino, acudió lo más granado a este recibimiento; y vuestra señoría, aunque lo pudiera excusar. Y con la mucha gente que cargó antes que abordase la galera, dio el puente a la banda de manera que cayeron en el mar más de quinientas personas; y entre ellas fue la de vuestra señoría, que teniendo más de sesenta y cinco años de edad, le libró Dios de aquel peligro, donde se anegaron más de treinta hombres, quedando vuestra señoría ilustrísima sobre las aguas, sin hundirse, bendiciéndolas y signándolas hasta que llegó un barco a sacar a vuestra señoría ilustrísima, dejando en el mar tres criados ahogados. Y finalmente el gran valor de entendimiento y prudencia, la rectitud, integridad y fortaleza en administrar justicia, con las muchas letras divinas y humanas de vuestra señoría ilustrísima, merecieron que su majestad pusiese los ojos en vuestra señoría ilustrísima, nombrándole meretísimamente para Arzobispo de esa Iglesia primaria, y por Presidente y Capitán General de ese Reino. Y después de estos y otros muchos acrecentamientos acá en la tierra, se puede esperar dará Dios a vuestra señoría ilustrísima en el cielo otros muy mayores de gloria, como este su humilde Capellán suplica, etc. De Frómista 25 de diciembre, 1605. El Maesto fray Diego de Haedo. *** La fecha de la carta del joven de los Haedo, el 25 de diciembre de 1605, en Frómista, cobra también especial significación por ser el año de la publicación del Quijote, de Miguel de Cervantes, a la sazón la corte española en Valladolid; el autor de aquella novela que pronto se hizo muy popular salía en las páginas de aquellos papeles que Diego de Haedo se había traído consigo a Frómista para trabajar en su edición, y esta circunstancia debió animarle para rematar su trabajo de puesta en limpio que culminó en ese momento, y que había de aparecer publicado también en Valladolid, aunque siete años después. En un marco temporal así, cobra especial expresividad en la carta dedicatoria del joven Haedo a su tío una frase retórica del inicio de la carta: “vuestra señoría me dé licencia para decir algo, ya que no sea todo”. Y a continuación, inmediatamente, le atribuye la autoría de los textos de la Topografía sin más, al menos “en borrón” o en borrador; el texto base sobre el que el joven de los Haedo va a estructurar el libro que ya tiene preparado para la impresión. El general de los benedictinos, Gregorio de Lazcano, le había dado ya su licencia formal el 6 de octubre de 1604, un año largo atrás, tras un informe muy favorable de lectura del también benedictino Juan del Valle, y la carta de la Navidad del año siguiente de Diego de Haedo era el broche final al texto para que pasara a la aprobación cortesana; ésta llegó en octubre de 1608, con la recomendación de concesión de licencia para imprimir la Topografía firmada por Antonio de Herrera, aún en vida del arzobispo Diego de Haedo, que había de morir algunos meses después. Tiempo plenamente cervantino. Tiempo de Nadadores.

Emilio Sola 22 febrero, 2012 26 agosto, 2016 accidente, Diego de Haedo, fiesta, nadador, Palermo
DIONISIO DE HALICARNASO: NADADORES EN SU HISTORIA ANTIGUA DE ROMA…

Quiero preparar para el Archivo de la Frontera algunas piezas de Nadadores de historiadores romanos, y he comenzado por Dionisio de Halicarnaso; aquí os dejo el resultado de esta primera cata, a la espera de la que estoy haciendo ahora con Tito Livio, para el mismo periodo, para ver sus variantes, pues parece que recoge las mismas historias de Nadadores… Espero que me digáis alguno qué os parece y alguna sugerencia al respecto… http://www.archivodelafrontera.com/wp-content/uploads/2016/11/DIONISIO-DE-HALICARNASO-LIBROS-I-VI-Nadadores.pdf  

Emilio Sola 20 noviembre, 2016 20 noviembre, 2016 Dionisio de Halicarnaso, Hércules, historia antigua, nadadores, Roma
Edward Abbey: La banda de la tenaza. Cuatro divertidos quijotes del ecologismo

Descripción / Resumen: Una novela de 1975: El Quijotismo puede considerarse que es uno de los corazones o motores de la cultura setentera o transicional, y nada más significativo en ese sentido que la novela de Edward Abbey. No hay nadadores en sentido estricto en toda la novela, pero sí se puede considerar que el personaje más extremado del cuarteto, el ex soldado en Vietnam, George Washington Hayduke, gana su vida a nado en una dramática huida en plena crecida de agua en el cañón del Colorado al final de la aventura. Si no queremos considerar al cuarteto de la banda de la tenaza como nadadores “a través del mar ondulado de dunas petrificadas” que es su desierto amado (p.384). Ese desierto al que otro de los miembros del cuarteto, Seldom Seen Smith, considera su casa: “Un verdadero patriota autóctono, Smith sólo jura lealtad a la tierra que conoce, no a esa maraña de inmuebles, industria y población enjambrada, formada por británicos y europeos desplazados y africanos desubicados, conocida colectivamente como Estados Unidos. Su lealtad desaparece fuera de las fronteras de la meseta del Colorado” (p.432).   Edward Abbey: La banda de la tenaza

Emilio Sola 22 agosto, 2012 26 agosto, 2016 contracultura, cultura setentera, cultura transicional, ecologismo, novela
EL CRIMEN DE LOS DÍAZ

Hacia el año 1546 otros dos hermanos conquenses, nominados igual que los Valdés, Juan y Alfonso Díaz, pero mal avenidos a diferencia de éstos, protagonizaron un episodio sonoro. Juan llegó a ser uno de los teólogos protestantes más importantes que se sumaron al luteranismo. Después de pasar por varias universidades españolas, estudió en París. El contacto con otros expatriados y heresiarcas propició la conversión del conquense, especialmente influyó en este giro la predicación de Diego de Enzinas (protestante burgalense que actuaba en Centroeuropa con el seudónimo de Claudius Senarclaens). Se trasladó a Ginebra y, con éste, marchó a Estrasburgo. Por mediación de su maestro Bucero se hizo portavoz de la ciudad en la discusión de Ratisbona. El reencuentro con Pedro Malvenda, un viejo conocido de sus años junto al Sena, tuvo trascendentales consecuencias. A su regreso, Malvenda narró en una carta su conversación a Domingo de Soto. Casualmente, junto al confesor imperial, estaba un amigo del hermano de Díaz, que se enteró del asunto. Al poco, Alfonso, abogado en Roma, fue puesto sobre aviso acerca de la “apostasía”.  Se quedó absorto al saber que Juan había dado ese paso, en primer lugar porque consideraba un deshonor el viraje, en segundo, porque esta decisión podía hacer peligrar su carrera. Al enterarse de que su hermano se había convertido al protestantismo y formaba parte de la delegación oficial en el coloquio religioso convocado por Carlos V en Ratisbona, Alfonso viajó desde Roma a Neoburgo con el propósito de defender el buen nombre de su familia y hacer retroceder a su hermano1. Cuando lo encontró, se echó llorando a sus pies, pero no pudo doblegar su alma. Dominado por un arranque de cólera, empezó a planear su muerte. Comunicó el intento a un criado, compraron un hacha y volvieron a Neoburgo. En la madrugada del 27 de marzo de 1546, alguien llamó con sigilo a la puerta de la casa de Juan. Era el criado de Alfonso con una carta importante. Juan lo invitó a subir para recibirlo en su propia habitación. Poco después, Alfonso entró y se quedó al pie de las escaleras vigilando el acceso. Mientras Juan leía la epístola, las expertas manos del siervo le asestaron un hachazo mortal en la cabeza. Los asesinos fueron detenidos en Innsbruck y encarcelados, pero no llegaron a ser juzgados gracias a la intervención directa de Carlos V. De nada sirvió que los príncipes protestantes exigieran al Emperador y Rey de romanos que castigara a los homicidas. En libertad, acosado por los remordimientos, Alfonso se ahorcó del cuello de su mula. El compañero de Díaz, Claud Senarcleus, que vivía en la misma casa y fue testigo presencial de los ardides de Alfonso, redactó el relato del asesinato y Francisco de Enzinas editó el texto añadiendo el manuscrito que tanto interés tenía Juan por culminar: la Christianae religionis Summa. 1 ENZINAS, Francisco de: Verdadera historia de la muerte del santo varón Juan Díaz, por Claude de Senarclens, Cuenca, Servicio de Publicaciones de la Universidad de Castilla-La Mancha, 2009, p. 13. Edición crítica de Ignacio J. García Pinilla. María Lara Martínez

María Lara Martínez 22 mayo, 2014 26 mayo, 2014
El padre del cuchillo. Primera parte, con la conjura de los 35 capitanes de la dentadura áurea

Descripción / Resumen: Ensayo de edición de relato del ciclo del Paraíso de las islas, prescription para la sección de E-libros del ADF. En principio, estos relatos proceden todos de la Biblioteca de don Borondón el Babilónico o el Antiguo, a la que hoy llaman Biblioteca del naranjal, en la costa levantina valenciana española. Son relatos elaborados por amanuenses individuales, como dieron en llamase, o por grupos de trabajo que investigaron historias de la formación y desarrollo de lo que dieron en llamar paraíso de las islas, nuestro presente actual o nuestra realidad sin más. He aquí el texto que dejo a vuestra consideración, por si os parece que merece la pena subirse al Archivo de la frontera, a la sección de E-Libros, para la colección de relatos de El paraíso de las islas. Texto ilustrado con dibujos del autor: EL PADRE DEL CUCHILLO: PRIMERA PARTE        

Emilio Sola 2 mayo, 2012 2 mayo, 2012 Biblioteca de don Borondón, mitología, novela, Paraíso de las islas
El “otro”, el colonizado.

A partir de la película Días de Gloria (Indigènes), sovaldi analizaremos al sector subalterno identificado en este caso con el colonizado, viagra contemplando la evolución del pensamiento que éste mantiene según el contexto histórico y geopolítico. Para ello compararemos al principal protagonista del film con personajes de otra película, shop  El viento que agita la cebada (Ken Loach, 2006) y con las narraciones de Apocalypse Now (1979) y La Batalla de Argel (1965) , así como con las figuras históricas de Gandhi y Martin Luther King. Partiremos por lo tanto de dos libros: La cultura de la no violencia ( Domenico Losurdo)  y Maquiavelo frente a la gran pantalla (Pablo Iglesias Turrión). (Palabras clave: cine, subalternidad, Argelia, Fanon, Gandhi, Luther King, Black Power, apartheid, Guerra civil irlandesa, IRA). Archivos Adjuntos El otro2-Javier Riestra (411 kB)

Miles de Voces 1 abril, 2015 1 abril, 2015 apartheid, Argelia, Black Power, Cine, Fanon, Gandhi, Guerra civil irlandesa, IRA, Luther King, subalternidad
En la frontera

En la frontera Texto en fase de reelaboración completa.

Cayetano Gea 2 septiembre, 2013 29 enero, 2014 En la frontera
Ensayo de Sola sobre los “que van y vienen”

Para citarlo: Emilio Sola Castaño, sovaldi Los que van y vienen. Marinos, patient espías y rescatadores de cautivos en la frontera mediterránea, help in Pedro García Martín, Emilio Sola Castaño y Germán Vázquez Chamorro, Renegados, viajeros y tránsfugas. Comportamientos heterodoxos y de frontera en el siglo XVI, Madrid 2000, pp. 63-69.

Gennaro Varriale 22 febrero, 2016 22 febrero, 2016
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