GULLIVER NADADOR

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Actualmente está viendo una revisión titulada "GULLIVER NADADOR", guardada en el 23 diciembre, 2011 a las 14:40 por Carlos Miragaya
Título
GULLIVER NADADOR
Contenido
  NADAR AL AZAR.  

Es posible hablar de una “literatura de avisos” plenamente literaria, advice de creación literaria que se dice, cialis en sintonía con la otra “literatura de avisos” que pudiera pretenderse plenamente histórica por su procedencia misma, el testimonio autorizado de un “yo he visto con mis propios ojos” o “me han contado de buena fuente”, las garantías de la veracidad.

  Es y fue una tentación para los creadores literarios, sobre todo los grandes narradores, hacer lo más verosímiles posible sus relatos, sobre todo en los más genialmente fantásticos, como Julio Verne por ejemplo. Así, cuando Jonathan Swift quiere presentar el viaje del médico – cirujano Mr. Lemuel Gulliver, aprendiz del “eminente cirujano de Londres” Mr. James Bates durante cuatro años y luego estudiante de medicina en Leyden durante más de dos años y medio más, se preocupa por presentar una biografía creíble, verosímil, del protagonista de sus imaginativas y fantásticas aventuras por lejanos mares. Mr Gulliver había previsto desde el inicio de su deriva vital que iba a ejercer su arte en el mar, y por recomendación de su primer maestro Mr. Bates entró como médico – cirujano en la nave Golondrina del capitán Abraham Pannell, con el que hizo un par de viajes a Levante, como se decía entonces del Mediterráneo oriental, y con el que estuvo tres años y medio. Instalado luego en Londres como médico – cirujano y casado allí con la hija del calcetero Mr. Edmund Burton, Mary burton, su trabajo comenzó a disminuir, sobre todo tras la muerte de su maestro, y decidió con el acuerdo de su familia volver a embarcarse. Como médico de dos barcos, hizo varios viajes a las Indias Orientales y a las Indias Occidentales durante seis años, antes de decidir instalarse con su familia en Londres de nuevo, sin que la suerte cambiara para él durante los tres años que duró ese nuevo intento. Y fue entonces cuando aceptó una oferta ventajosa del capitán William Pichard para hacer un viaje al Mar del Sur en el Antílope. “Zarpamos de Bristol el 4 de mayo de 1699 y la travesía en principio fue favorable”, escribe ya Mr Gulliver.   Se ha convertido en el autor y protagonista de un viaje fantástico, desde el capítulo I definitorio: “El autor da razón de si mismo. Primeras inclinaciones a los viajes. Naufraga y se salva a nado. Arribando al país de Liliput. Lo hacen prisionero y lo conducen tierra adentro”.   En el origen del viaje de Gulliver al país de los enanos liliputienses está un naufragio y una salvación a nado. Una vez más, en este caso Gulliver, un Gran Nadador.   “Sería inoportuno, por varias razones, abusar del lector con los pormenores de nuestras aventuras en aquellos mares; baste decir que al dirigirnos desde allí (Bristol) rumbo a las Indias Orientales una violenta tempestad nos arrastró al noroeste de la Tierra de Van Diemen. Al observar la posición, descubrimos que nos hallábamos a treinta grados y dos minutos de latitud Sur.   Doce hombres de nuestra tripulación habían muerto de fatigas y mala comida y los demás se hallaban muy mermados de salud.   El 5 de noviembre, el comienzo del verano en aquellas latitudes, con una densa bruma, los vigías vislumbraron una roca a medio cable (185m.) de distancia del barco, pero el viento era tan fuerte que nos lanzó violentamente contra ella y el barco se partió.   Seis tripulantes, entre ellos yo, después de arriar el bote al agua, hicimos maniobra para alejarnos del barco y la roca.   Calculo que remamos unas nueve millas hasta que nos sentimos incapaces de seguir, pues ya en el barco habíamos quedado agotados de fatiga. Nos abandonamos a merced de las olas y media hora después una repentina ráfaga del Norte nos había volcado el bote.   No sé decir qué fue de los que me acompañaban en éste, ni de los que se salvaron en la roca o quedaron en el barco, pero supongo que todos perecieron.   En cuanto a mi, estuve Nadando al Azar, dejándome llevar por el viento y la marea.   Trataba una y otra vez de tocar fondo sin conseguirlo, pero cuando ya estaba casi sin fuerza e incapaz de seguir luchando, noté que podía hacer pie y que la tempestad se había calmado bastante.   El declive era tan suave que hube de caminar casi una milla antes de alcanzar tierra seca. Debían de ser las ocho de la tarde. Luego seguí avanzando cerca de media milla, sin poder encontrar indicios de habitación ni de pobladores o, al menos, mi estado de agotamiento no me permitió advertirlos.   Me sentía extenuado, lo cual, añadido al calor reinante y sobre todo al cuartillo de aguardiente que bebí al abandonar el barco, me produjo gran sensación de sopor. Me tumbé en la hierba, que era muy menuda y blanda, y no recuerdo haber dormido más profundamente en mi vida.   El sueño duraría más de nueve horas, pues cuando Desperté acababa de Amanecer.   Intenté ponerme en pie, pero no pude moverme, pues al estar tendido de espaldas me encontré con brazos y piernas firmemente sujetos por ambos costados al suelo, y la cabellera, que era larga y espesa, atada de la misma manera.   Noté asimismo varias sutiles ligaduras que me cruzaban el tronco, desde los sobacos a los muslos. No podía mirar más que hacia arriba; el sol comenzaba a calentar y la luz me molestaba en los ojos.   Oí un ruido confuso a mi alrededor pero mi postura no me dejaba ver más que el cielo.   Al poco rato sentí una cosa viva que se movía en mi pierna izquierda y que avanzando lentamente sobre el pecho llegó casi a la barbilla. Entonces, bajando la mirada cuanto me fue posible, advertí que se trataba de un ser humano que no levantaba más de seis pulgadas (15 cm.), con un arco y una flecha en las manos y un carcaj a la espalda.   Al propio tiempo sentí por lo menos cuarenta criaturas de la misma especie –o así creía—siguiendo a la primera.   Yo estaba totalmente pasmado y di un alarido tan grande que todos retrocedieron despavoridos.   Algunos, según me contaron después, se lastimaron al caer cuando saltaron de mis costados al suelo…”    

Y así comenzaba la gran movida. Espléndida y sobria presentación, con un Nadador, un Despertar tras profundo sueño, un Amanecer de un nuevo día y un Asombro o una Novedad. La versión versiculada se hizo sobre la traducción de Emilio Lorenzo (Madrid, 1999, Espasa). El resultado es una espléndida escena cinematográfica de rara sobriedad y precisión. Tras nadar al azar, la puerta abierta a una realidad distinta capaz de hacer cuestionar la propia realidad, si no de transformarla según ese mismo azar como puerta abierta a la libertad.

 

Con la versiculación, se han puesto en mayúscula:

Indias Orientales,

Tierra de Van Diemen,

Nadando al Azar,

Desperté,

Amanecer.

 
 
Gulliver nadador en La Vakería de la Libertad, Sala 2011: http://vinculos.carlosmiragaya.name/index.php?id=1099&vaqueria=1&pasador=40
Extracto


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el 26 agosto, 2016 a las 19:29 Emilio Sola
el 23 diciembre, 2011 a las 12:41 Emilio Sola
el 23 diciembre, 2011 a las 12:41 Carlos Miragaya
el 23 diciembre, 2011 a las 12:40 Carlos Miragaya
el 23 diciembre, 2011 a las 12:40 Carlos Miragaya
el 23 diciembre, 2011 a las 12:39 Carlos Miragaya
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el 23 diciembre, 2011 a las 12:34 Carlos Miragaya
el 23 diciembre, 2011 a las 12:34 Carlos Miragaya
el 22 diciembre, 2011 a las 19:57 Emilio Sola
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