3 Diego Castellano, de 36 años, de Toledo

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Diego Castellano, de 36 años, de Toledo
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(TESTIMONIO DE DIEGO CASTELLANO).     Testigo. Para más información de lo susodicho, sickness el dicho Miguel de Cervantes --en este dicho día, prostate mes y año susodicho--   (presentó) a Diego Castellano, cialis alférez, que ha sido esclavo que al presente está en Argel, natural de la ciudad de Toledo.   El cual, habiendo jurado y siendo preguntado por el dicho pedimiento y preguntas del dicho interrogatorio, dijo y depuso lo siguiente:   I. A la primera pregunta dijo que este testigo conoce al dicho Miguel de Cervantes --que la pregunta dice-- de diez años a esta parte.   Y que el tiempo que le conoció en libertad serían cinco años y medio, y lo demás, cautivo.   Generales. Preguntado por las preguntas generales, dijo que este testigo es de edad de 36 años, poco más o menos, y que no es pariente ni enemigo de ninguna de las partes, y que venza este pretento quien tuviere razón y justicia.   II. A la segunda pregunta dijo que este testigo sabe que el dicho Miguel de Cervantes ha que está cautivo cinco años más o menos.   Y que se perdió en la galera de España llamada Sol que los turcos ya tuvieron rendido; y después, porque vieron venir otras dos, la dejaron.   Y que esto sabe porque este testigo estaba en Nápoles cuando el dicho Miguel de Cervantes partió en la dicha galera para ir en España.   Y luego se publicó en Nápoles esta nueva.   Y esto sabe de esta pregunta.   III. A la tercera pregunta dijo que este testigo tiene al dicho Miguel de Cervantes por tal persona como la pregunta dice, porque conoce deudos suyos que son tenidos por muy buenos hijosdalgo, y por tales son tratados de todos.   Y que esto responde a esta pregunta.   IV. A la cuarta pregunta dijo que este testigo sabe que Ali Mami --arráez de una galeota, renegado griego-- era su patrón --del dicho Miguel de Cervantes--, y le tenía en lugar de caballero muy principal. Y como a tal le tenía siempre encerrado, cargado de cadenas.   Y que estando en este trabajo, buscó un moro que a él y a otros cristianos los llevase a Orán por tierra.   Y lo sacó de Argel. Y habiendo caminado algunas jornadas, el moro los desamparó. Por lo cual le fue necesario volverse para Argel al propio encerramiento que antes estaba. Y desde entonces fue muy más maltratado que de antes de palos y cadenas.   Y esto sabe y responde a esta pregunta.   V. A la quinta pregunta dijo que este testigo sabe y ha oído decir que en el año de 1577 le enviaron sus deudos ciertos dineros para su rescate,   en los cuales no hubo hartos para lo que su patrón quería por el dicho Miguel de Cervantes.   Y rescató con ellos a otro hermano suyo que aquí estaba esclavo, que se decía Rodrigo de Cervantes, y le envió en el mes de agosto del dicho año.   Y trató con él que de la playa de Valencia o de Mallorca trajese una fragata para llevar en ella al dicho Miguel de Cervantes y a otros muchos cristianos que aquí estaban cautivos --caballeros, letrados y sacerdotes--, entendiendo que en esto hacía servicio a Dios y a su majestad.   Y para mejor efectuar este negocio, suplicó a don Antonio de Toledo y a Francisco de Valencia --caballeros del hábito de San Juan que a la sazón aquí estaban cautivos-- le diesen cartas de favor para el virrey de Valencia --y Mallorca e Ibiza--, para que le favoreciesen en este negocio.   Y que esto sabe y responde de esta pregunta.   VI. A la sexta pregunta, dijo que este testigo sabe y ha oído decir que esperando que viniese la dicha fragata de tierra de cristianos para llevarlos --como arriba en la pregunta antes de ésta se dice--,   escondió catorce cristianos --de los más principales que entonces había cautivos en Argel-- en una cueva fuera de la tierra que el dicho Miguel de Cervantes para el dicho efecto había buscado días antes.   Los cuales cristianos estuvieron allí metidos cinco o seis meses, donde los proveía de lo que era necesario para mantenimiento.   Y lo que él no podía, hacía que otras personas cristianas les proveyesen.   Finalmente, el dicho Miguel de Cervantes, tenía el cuidado cotidiano de enviarles toda la provisión.   En lo cual --en estar metido en semejante negocio-- el dicho Miguel de Cervantes se puso en gran peligro de la vida, de ser enganchado o quemado vivo, por ser el dicho negocio de mucho escándalo por estar entre enemigos y por ser Hasán Bajá, rey de Argel, hombre muy cruel, como es muy notorio.   Y que el dicho Miguel de Cervantes este testigo sabe que diez o doce días antes que la fragata viniese, se metió en la cueva con los demás.   Y esto es lo que sabe de esta pregunta.   VII. A la séptima pregunta, dijo que sabe y ha oído decir que la dicha fragata vino --conforme a la orden que el dicho Miguel de Cervantes le había dado, en el tiempo que estaba señalado para venir--, y llegó una noche al mismo puesto.   Y por faltarles el ánimo a los marineros y no saltar en tierra a dar el aviso a los que estaban escondidos, no hubo efecto el dicho negocio.   Y esto es lo que sabe de esta pregunta.   VIII. A la octava pregunta, dijo que este testigo sabe y ha oído decir que estando todos escondidos en la cueva, con esperanza (de) que todavía vendría la fragata,   un mal cristiano que se llamaba el Dorador --natural de Melilla-- sabía este negocio y se fue al rey Hasán Bajá, rey de Argel, y le dijo que se quería hacer moro.   Y para complacerle, le descubrió (a) los que estaban en la cueva. Por lo cual, el dicho rey, el último día de septiembre del dicho año, envió muchos turcos y moros a caballo y a pie, armados, a prender y tomar al dicho Miguel de Cervantes y sus compañeros.   Y esto es lo que sabe de esta pregunta.   IX. A la novena pregunta, dijo que sabe y ha oído decir este testigo   cómo --llegados los dichos moros y turcos a la dicha cueva, y entrando por fuerza en ella-- viendo el dicho Miguel de Cervantes cómo eran descubiertos y deseando salvar a todos los otros cristianos que con él estaban --en tanto que los maniataban a todos para traerlos para Argel--,   dijo a voz alta a los turcos y moros: --Ninguno de estos cristianos que aquí están tiene culpa en este negocio si no yo, que soy el autor de todo ello y el que los he hecho huir.   Diciendo esto, el cual dicho Miguel de Cervantes, se puso a peligro de la vida porque el rey era hombre tan cruelísimo que por huirse un cristiano, porque otro le encubriese, solía hacer ahorcar a un hombre. Y, cuando menos, le cortaba las orejas y narices.   Y, así, los dichos turcos avisaron al dicho rey con un hombre a caballo de todo lo que pasaba.   Y el dicho Miguel de Cervantes decía --y así mandó el rey-- que a él sólo le llevasen maniatado, como le llevaron delante de él.   Y trayéndole por el camino los dichos turcos y moros, le hicieron muchos agravios y afrentas.   Y que esto es lo que sabe y responde este testigo a la dicha pregunta.   X. A la décima pregunta, dijo que este testigo sabe y ha oído decir cómo el dicho Miguel de Cervantes --estando así, maniatado delante del rey-- (éste) le hizo muchas amenazas de muerte y tormentos por saber de él cómo pasaba aquel negocio.   Y él siempre perseveró en decirle al dicho rey --con mucha constancia-- que él sólo era el autor de aquel dicho negocio, y que si su alteza había de castigar a alguno, fuese a él sólo.   Y por muchas preguntas y amenazas que le hizo nunca quiso culpar ni nombrar a otro ninguno.   En lo cual es cierto que libró a muchos cristianos de la muerte y a otros de muchos trabajos --a quien el dicho rey ponía culpa.   Y particularmente fue causa cómo (a)l muy reverendo padre fray Jorge de Olivar --que entonces estaba en Argel, redentor de la orden de nuestra señora de la Merced-- el rey no le hiciese mal, como deseaba, persuadido (de) que él era el autor de este negocio.   Y que esto sabe de esta pregunta.   XI. A las once preguntas, dijo que sabe y ha oído decir que teniéndole el dicho rey en su baño al dicho Miguel de Cervantes, cargado de hierros y con intención de castigarle, al cabo de cinco meses que había que estaba allí, procuró de buscar a un moro que llevase cartas a Orán al señor marqués don Martín de Córdoba, general de él, y a otros caballeros y personas principales, sus conocidos y amigos, para que le enviasen alguna espía o espías o personas de fiar que con el dicho moro viniesen para llevarle a él y a tres caballeros principales que con él estaban en el baño, que eran del rey.   Y que esto lo hacía con celo de buen cristiano, y por servir a Dios y a su majestad, y hacer bien a cristianos.   Y esto responde y sabe de esta pregunta.   XII. A las doce preguntas, dijo que este testigo sabe y ha oído decir --porque es cosa pública y notoria en Argel-- que yendo el dicho moro con las cartas para Orán, fue tomado de otros moros en el camino, a la entrada y cerca de Orán.   Y sospechando de algún mal por las cartas que le hallaron, le prendieron y volvieron para Argel, delante de Hasán Bajá.   El cual --visto las dichas cartas y firmas, y nombres del dicho Miguel de Cervantes, mandó al dicho moro que luego, sin redención alguna, lo empalasen vivo. El cual moro murió con mucha constancia, sin manifestar cosa alguna, y al dicho Miguel de Cervantes mandó le diesen dos mil palos y le echasen de entre sus cristianos.   Los cuales palos, dice este testigo que sabe que no se los dieron porque hubo muchos que rogaron por él.   Y esto responde y sabe de esta pregunta.   XIII. A las trece preguntas, dijo que este testigo sabe y es cosa pública y muy notoria en todo Argel, que en el año que la pregunta dice de (15)79, en el mes de septiembre, estaba en este Argel un renegado español   que decía ser natural de Osuna, que es en el Andalucía, que en lengua cristiana se decía el licenciado Girón.   Y se vino a hacer moro a esta tierra de Argel, y en lengua morisca se decía Abdarramén.   Entendiendo el dicho Miguel de Cervantes que el dicho renegado mostraba (a)rrepentimiento de lo que había hecho, en hacerse moro, y deseo (de) volverse a España,   por muchas veces le exhortó y animó a que volviese a la fe de Nuestro Señor Jesucristo y a tierra de cristianos.   Y para esto hizo con Onofre Exarque --mercader de Valencia que entonces se hallaba en Argel-- diese dinero al dicho renegado para que comprase una fragata armada.   Y sabe este testigo que el dicho Onofre Exarque le dio al dicho renegado mil quinientas doblas para la dicha fragata, persuadiéndole (de) que ninguna cosa podía hacer de más honra ni al servicio y de su majestad más conveniente.   Lo cual así se hizo, porque este testigo lo sabe porque el dicho renegado compró la fragata y la puso a punto, gobernándose en todo por la orden y parecer del dicho Miguel de Cervantes.   Y que esto sabe y responde a la dicha pregunta.   XIV. A las catorce preguntas, dijo que este testigo sabe que el dicho Miguel de Cervantes procuró hacer con el renegado que se llevase en libertad muchos cristianos de los que aquí estaban en Argel cautivos --de los más principales del cautiverio, entre los cuales había caballeros, letrados y sacerdotes, y soldados muy particulares.   Y el dicho Miguel de Cervantes los avisó muy secretamente (de) que estuviesen apercibidos para un día, que él los haría embarcar y llevar en tierra de cristianos.   Y que sabe este testigo que avisó para esto a más de sesenta cristianos. Y que este testigo era uno de ellos.   Y que esto le movía --al dicho Miguel de Cervantes-- no otro interés sino ser buen cristiano y hacer en ello mucho servicio a Dios y a su majestad.   Y esto sabe y responde a la dicha pregunta.   XV. A las quince preguntas, dijo que este testigo --por ser como fue en Argel tan público y notorio y éste ser uno de los que en ello se habían de hallar-- (lo tiene) por cierto, como la pregunta lo dice. Y, así, este dicho testigo lo tiene por cosa muy cierta lo que en la dicha pregunta se declara, a la cual se refiere.   Y esto responde a ella.   XVI. A las diez y seis preguntas, dijo... este testigo que sabe y es cosa muy cierta... todo lo contenido en esta pregunta ser así, verdad, como en ella se contiene.   Porque este testigo le tuvo escondido al dicho Miguel de Cervantes en cierta banda secreta, y le fue (a) avisar lo que pasaba.   Y a él, pareciéndole que si no (com)parecía delante del rey haría mucho más daño que (com)pareciendo, se atrevió a ir delante del rey, fiándose de su buen ánimo, que por muchos tormentos que le diesen no condenaría a nadie sino a si propio.   Y, así, se puso en las manos de un arráez muy grande amigo del rey, que se dice moro Atarráez Maltrapillo, renegado español, para que él le entregase al rey, porque le viniese menos daño.   Y esto responde a todo lo (que está) en la pregunta contenido.   XVII. A las diez y siete preguntas, dijo este testigo que dice lo que dicho tiene en la pregunta antes de ésta. Y que se remite a lo en esta pregunta contenido porque es y pasó como en ella se contiene. Y sabe este testigo que a ningún cristiano vino mal ni daño por este negocio.   Y esto responde a esta pregunta.   XVIII. A las diez y ocho preguntas, dijo que este testigo conoce mucho al dicho Miguel de Cervantes --como dicho tiene-- de mucho tiempo a esta parte.   Y que en la esclavitud le ha visto proceder como muy buen cristiano, haciendo obras de tal, confesándose y comulgándose al tiempo que los cristianos acostumbran y dando buenos consejos a quien entendía que estaba flaco de la fe y que tenía determinación de hacerse moro.   Y que de lo poco que ha tenido, siempre ha hecho bien y socorrido a cristianos pobres, ayudándoles a pagar sus jornadas y pasar su vida.   Y esto sabe y responde a esta pregunta.   XIX. A las diez y nueve preguntas, dijo que este testigo sabe la dicha pregunta como en ella se contiene. La cual es la verdad y a ella se refiere.   XX. A las veinte preguntas, dijo que este testigo sabe cómo el dicho Miguel de Cervantes, en el tiempo que ha que es esclavo, ha vivido con mucha limpieza y honest(id)ad de su persona.   Y que no se ha visto en él ningún vicio que engendre escándalo a su persona y costumbres.   Que, antes, le ha visto vivir como dicho tiene, como bueno y católico cristiano. Y por tal de todos ha sido habido y tenido comunmente reputado, por lo que dicho tiene.   Y que esto responde a la pregunta.   XXI. A las veintiuna preguntas, sabe este testigo que todo lo que en esta pregunta se contiene es así, porque es notorio y manifiesto que el dicho Juan Blanco descubrió este negocio al rey.   Y viendo el mucho mal  y daño que había hecho el susodicho al dicho Miguel de Cervantes y a otros muchos, procuró hacer informaciones contra él porque se mostraba grande enemigo por lo que le había descubierto.   Y esto responde de la dicha pregunta, a la cual se remite.   XXII. A las veintidós preguntas, dijo que este testigo sabe que el dicho Juan Blanco de Paz se hizo comisario del Santo Oficio diciendo que su majestad le había enviado una cédula para que usase de ella.   Y esto lo sabe porque se lo oyó tratar con el reverendo padre fray Juan Gil, redentor de España, que al presente está en Argel.   Y que el dicho padre fray Juan Gil --en presencia de este testigo y de otras gentes-- le dijo que le enseñase los recaudos que tenía para usar de la dicha comisión.   El cual no los dio ni mostró.   Y que otras personas --muchas principales, como eran los padres redentores de Portugal-- también se lo pidieron, y a ninguno lo mostró.   Y esto sabe y responde de esta pregunta.   XXIII. A las veintitrés preguntas, dijo que este testigo sabe que el dicho Juan Blanco tomó algunas informaciones --como comisario del Santo Oficio que decía que era-- contra algunas personas con quien el susodicho no estaba bien, especialmente contra el dicho Miguel de Cervantes, inquiriendo de sus vidas y costumbres y poniendo falta en ellas, siendo al contrario, como este testigo sabe por conocer como conoce tan bien al dicho Miguel de Cervantes.   Y lo demás contenido en la dicha pregunta, se remite a ella porque lo en ella declarado lo sabe --como dicho tiene-- ser la verdad.   Y esto responde y dice a la dicha pregunta.   XXIV. A las veinticuatro preguntas, dijo que este testigo dice que sabe ser verdad todo lo contenido en esta pregunta.   Porque a un hombre que está aquí esclavo, que se llama el capitán Domingo Lopino, sardo, el dicho doctor Juan Blanco de Paz le fue a rogar con muchas mandas de ruegos y sobornos, y promesas de darle o hacerle dar libertad.   Y diez doblas que --ante todas cosas-- le dio para sus necesidades.   Y más, le dijo que no tuviese pena por verse pobre, que él le proveería de lo necesario.   Y que si él sabía quién le prestase dineros, que los buscase, que él saldría por fiador.   Y esto responde a la dicha pregunta, a la cual se refiere.   XXV. A las veinticinco preguntas, dijo que este testigo sabe y fue muy público y notorio en Argel que en todo el tiempo que estuvo esclavo el dicho Juan Blanco de Paz nunca tuvo amistad perfecta con nadie, ni usó de lo que los buenos sacerdotes están obligados a usar, como es decir misa, rezar sus horas canónicas como es costumbre, ir a confesar cristianos, estando a punto de muerte, ni a visitarlos.   Antes, daba mal ejemplo de su persona, siendo revoltoso y malquisto con todos, andando a puñadas con otros, como lo hizo con dos sacerdotes de misa que --porque le retaron lo que les parecía mal de él-- a uno de ellos dio de coces y al otro un bofetón.   Y por toda las causas y razones dichas este testigo tiene al dicho Juan Blanco por hombre de mala opinión.   Y esto responde a esta dicha pregunta.   Y todo lo que dicho tiene es la verdad para el juramento que hizo y firmolo de su nombre, Diego Castellano, alférez.   Pasó ante mí, Pedro de Ribera, notario apostólico.  
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el 12 febrero, 2012 a las 18:02 Emilio Sola
el 4 enero, 2012 a las 17:42 Emilio Sola
el 4 enero, 2012 a las 17:42 Emilio Sola
el 4 enero, 2012 a las 17:39 Emilio Sola
el 4 enero, 2012 a las 17:39 Emilio Sola