Corsarios o reyes 3-8 Crisis en Argel a la muerte de Salah Bajá

Corsarios o reyes 3-8 Crisis en Argel a la muerte de Salah Bajá

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Título
Corsarios o reyes 3-8 Crisis en Argel a la muerte de Salah Bajá
Contenido
3.8.- Primera grave crisis del régimen berberisco a la muerte de Salah Bajá, cialis con la cruel muerte de Hasán Corso, cialis la impopularidad del enviado turco Techeoli Bajá, cialis el efímero reinado del calabrés Yusuf y el control de la situación por el respetado Yahaya Bajá, en tiempo de peste.        Hasán Corso fue elegido por los jenízaros para suceder al difunto Salah. Pero al cabo de cuatro meses una grave crisis política se originó en Argel con la llegada del enviado de Constantinopla como nuevo gobernante, crisis en la que éste, aporvechando cierto malestar en los medios corsrios, mató cruelmente a Hasán Corso y terminó enfrentado a los grupos berberiscos más representativos. Por ser de gran interés para la comprensión del peculiar régimen político argelino, recojeremos por extenso el relato de Antonio de Sosa, del "Epítome de los reyes de Argel".        "Por muerte de Sala Raez, y luego que la armada de Argel con su cuerpo se volvió de Metafuz, eligieron los turcos y genízaros de común consentimiento por rey y gobernador, hasta que el Turco ordenase otra cosa, a un renegado de nación corso, gran privado y mayordomo del Sala Raez muerto, el cual era de todos por sus buenas partes y condición muy amado, que se llamaba el Cayde Asán (por alcaide Hasán). Había sido el dicho Asán en tiempo de Sala Raez bilerbey o capitán general de la guerra y dado mucha experiencia de su ánimo y prudencia. El cual, viendo esta elección que de su persona hacían, por ningún caso la quiso al principio aceptar, estando en esto muy duro. A la postre, importunado de todos, lo hubo de hacer de mala gana".        La primera grave decisión que tuvo que adoptar Hasán Corso fue la realización o no de la expedición preparada por Salah Bajá contra Orán, para la que acababan de llegar grandes refuerzos de Estambul por mar y había dispuesto "mucha artillería, balas y aparejos de guerra". Se decidió llevarla a cabo: Hasán "se partió por tierra con seis mil turcos arcabuceros y de camino recogió como hasta diez mil moros a caballo y treinta mil a pie, que ya el Sala Raez tenía avisados". Desde Mostaganem, "doce leguas antes de Orán", después de detenerse "allá algunos días para poner todo en orden, marchó para Orán con hasta doce mil turcos... y con los moros que dijimos, y con más de treinta piezas de artillería... en que había algunos cañones muy grandes y muy reforzados para batir"; pronto, "comenzó a sentar su campo, labrar sus trincheras y a escaramuzar cada día con los soldados de Orán". Un mensajero de Estambul, "Aluch Ali o, como corruptamente se pronuncia, Ochali Escandoria" --que luego sería muy poderoso en Argel, durante el segundo gobierno de Hasán Bajá--, renegado griego, les transmitió la orden del sultán de "que si no eran idos a Orán, no fuesen; y si ya allá estaban, que luego al momento se retirasen". Aunque de mala gana, "porque pensaban los turcos que de aquella vez, según en Orán había gente muy poca, salieran con aquella empresa..., no osando desobedecer al Turco, luego se levantó el campo y por mar y por tierra se volvieron todos para Argel".        Tal vez esta agitada campaña contra los españoles de Orán, abortada por orden de los medios cortesanos de Estambul, en el tiempo dramático de peste en Argel y muerte reciente del admirado anciano Hasán Bajá que tantos beneficios habría generado para sus hombres con las abundantes campañas militares, estuviera en la base de los gravísimos disturbios que sucedieron. En ellos el enfrentamiento entre los medios corsarios y los medios militares o jenízaros parecen jugar papel primordial, según el relato de Sosa. La poca  armonía entre los intereses de los corsarios y de los militares sólo se solucionaría después, cuando Mahamet Bajá, el hijo de Salah Bajá, permitió a ambos grupos participar en la actividad generadora de beneficios de los otros, a los jenízaros participar en el corso como leventes y a los corsarios poder acceder a la milicia profesional jenízara, con sus expediciones anuales para el cobro de "garramas" o impuestos y acciones militares (76).        La misma prolijidad del relato de aquellos sucesos, con minucia reconstruidos por Sosa con recuerdos de veinte años atrás de los mismos protagonistas --"como afirman turcos, renegados y cristianos que le conocieron"--, indica la importancia que en su día se dio a aquella crisis global del sistema político berberisco inaugurado por Barbarroja. También se comprende mejor el hecho de que, para salir de tal crisis --verdadero "modelo" de infinitud de crisis posteriores hasta el XVIII-- pensaran en la corte otomana volver a enviar a Hasán Bajá, el hijo de Barbarroja, el político más experimentado en asuntos de Berbería con que contaba Solimán el Magnífico. Los sucesos de Argel debieron ser vistos en Estambul como un asunto de peligro de independentismo.        "Gobernó el Asán Corso hasta el principio de septiembre en  mucha paz y con mucho contento y satisfacción de toda la gente; porque, como afirman turcos, renegados y cristianos que le conocieron, era bonísimo hombre, muy manso, muy afable y muy liberal; y nada enemigo de cristianos, mas muy aficionado a cosas; y tanto que no lo podía ni sabía disimular. Al cabo de algunos días llegó nueva a Argel cómo a Tripol eran llegados ocho bajeles en que venía nuevo rey proveído para Argel, que era un principal turco que se decía Thecheoli. Esta nueva dio muy grande descontento a todos en general, porque no había ninguno que del gobierno y buen modo de proceder del Asán no fuese muy satisfecho.   Negativa de los jenízaros de Argel a aceptar nuevo gobernador de Turquía        "Y tratando esto los genízaros y los demás turcos entre sí, acordaron lo que pocas veces se ha visto; de por aquella vez no aceptar al rey que el Turco les enviaba, mas conservar al Asán en el gobierno y avisar de todo luego a Constantinopla. Con esta resolución, que fue aprobada por todos, ordenaron los genízaros que avisasen a los alcaides de Bugía y de Bona que si por allí aportaba con sus bajeles el rey nuevo que venía de Constantinopla que le dijesen que, en todo caso, se volviese para Turquía; porque no querían a otro rey que al Asán Corso. Y que ellos avisarían al Turco. Y que si no lo quisiese hacer que le tirasen de cañonazos.        "Recibido este aviso y mandato de los genízaros, llegado el nuevo rey a Bona, el alcaide da la ciudad, que era un renegado de nación griego que se decía el alcaide Mostafá, le hizo saber el orden que tenía de los genízaros. Y como todavía porfiase el nuevo rey, le mandó tirar algunos tiros; por lo cual, luego se tuvo que partir de allí. De la misma manera, prosiguiendo adelante y llegando a Buxia, otro renegado de nación sardo que dijimos había Sala Raez --cuando ganó aquella ciudad el año antes— dejado por alcaide, que se decía el alcaide Alí Sardo, protestó al dicho rey que se fuese en buena hora; y no lo quiso recoger ni en la ciudad ni en el río, antes también le mandó tirar algunos tiros y forzó que partiese.        "Con todo, el Thecheoli y nuevo rey prosiguió su camino adelante, esperando siempre que en Argel le recibirían. Y llegado en fin de septiembre a Matafuz, doce millas de Argel, como suelen los navíos que van de Turquía con cartas o mandato alguno del Gran Turco, tirase un cañón avisando de su llegada, los de Metafuz no le quisieron responder, como también en tales casos es de costumbre responderles, con otra pieza. Por lo cual el Thecheoli y todos los que con él venían quedaron muy confusos y descontentos.   Poco acuerdo entre jenízaros y corsarios        "A este tiempo los cosarios de Argel que entonces allí se hallaban, que eran muchos, no estaban nada contentos de esta determinación de los genízaros; porque como de los reyes de Argel ellos no reciben ni paga ni provecho, antes lo den (sic) a él con la parte que le dan de las presas, tanto se les daba fuese uno rey como otro. Acrecentábase a esto que hasta entonces nunca jamás pudieron acordarse y ser amigos del genízaros y los cosarios; porque querían los genízaros que los dejasen a ellos ir en corso en los bajeles por soldados, y que los cosarios tomasen parte del trabajo que ellos tenían en ir con las mahalas de continuo a garramar y cobrar los tributos.        "Y, por el contrario, los cosarios recusaban todo esto y no querían que los genízaros se mezclasen con ellos y participasen de los sabrosos y tan provechosos robos de la mar ni que los ocupasen en los oficios y negocios de la guerra, aunque les ofreciesen pagas y los privilegios de los genízaros. De manera que los cosarios hacían cuerpo por sí entonces todos y vivían muy discordes y en odio de los genízaros.        "Por lo cual se les daba poco a los cosarios de lo que los genízaros pretendían en este caso, desechando al rey que el Turco enviaba y queriendo, a pesar de todo, sustentar al Asán en el gobierno. Antes, considerando que esto desplacería mucho al Turco, acordaron entre sí de favorecer al Thecheoli y engañar a los genízaros.   Treta de los corsarios   Para lo cual usaron de esta maña: persuadieron a los genízaros diciendo que ellos aprobaban lo que querían hacer y que se ofrecían a favorecer y ayudarlos para que saliesen con la suya. Persuadidos los genízaros en esto, dijéronle entonces los cosarios que por cuanto ellos tenían sus galeotas y navíos desarmados en el puerto y temía que el Thecheoli, indignado porque no le recibían, una noche viniese con las ocho galeras que traía y los quemase todos y así quedasen ellos destruidos, que los dejasen defender el puerto y muelle y parte de la marina; y hacer allí con sus escopetas la guardia y que ellos guardasen bien lo demás todo de la tierra y ciudad.        "Fueron de esto --sin sospecha del engaño-- muy contentos los genízaros. Tras ello, aconsejaron los cosarios a los genízaros que sería bueno enviar a requerir al Theocheoli que en todo caso se volviese y que no viniese a meter discordia y disensión en la tierra, la cual estaba muy quieta y contenta con el gobierno de Asán Corso. Y para llevar este recado se ofreció el cosario Xaloque, que entonces era capitán de la mar y cabeza de todos los cosarios de Argel. Tampoco descontentó esto a los genízaros; mas pareciéndoles que los cosarios aconsejaban lo que venía al paso, dijeron al Xaloque que luego se partiese para Metafuz, donde estaba el Thecheoli. El cual, disimulando y no se dando priesa en armar la galeota y embarcarse, se entretuvo hasta que fue ya muy tarde y casi noche. Partiéndose el Xaloque con apariencia de hacer lo que los genízaros querían y deseaban, dejó ordenado a cinco arráeces, que eran los cabezas de esta trama --es a saber: Mami Raez, renegado napolitano, Mami Raez, renegado corso, Chovali Raez, de nación turco, Mostafá Raez, renegado arnaut, Yaya Raez, turco que después fue alcaide del Peñón y de Bélez--, lo que habían de hacer y después sucedió.   Tratos de Xaloque con el nuevo gobernante turco        "Era ya noche cuando Xaloque llegó a Metafuz. Y entrando en la galera do estaba el Thecheoli, apartolo a un aparte y comenzó a decir grande mal de los genízaros; y a significarle la voluntad grande que todos los cosarios con él tenían de meterle en Argel y darle posesión del reino, a pesar de los genízaros. Diciéndole y refiriéndole menudamente el modo que tenían acordado, y facilitándoselo con las mejores palabras y razones que supo. En conclusión, quedó muy contento el Thecheoli de lo que el Xaloque le decía; y dando parte de todo a ciertos turcos principales que había traído consigo de Turquía, resolvióse en hacer lo que el Xaloque decía. Y así, sin esperar más ni detenerse, embarcóse el Thecheoli en la galeota de Xaloque con hasta veinte turcos sus amigos bien armados. Y por orden del Xaloque mandó que sus ocho galeras le siguiesen una milla más atrás y que, como él entrase en el puerto, también luego entrasen ellas y desembarcasen toda la gente con arcabuces y armas.        "Con esta orden caminaron haciendo la noche un poco oscura. Y siendo ya cerca de Argel, como los genízaros habían dado orden al Xaloque que si no hubiese acabado lo que se tratara, y todavía el Thecheoli persistía en querer entrar en Argel, que antes de llegar a Argel tirase el cañón de crujía, sintiendo ahora que venía y no tiraba, dieron el negocio por acabado.        "A este tiempo llegó el Xaloque al puerto. Y desembarcando él y el Thecheoli, hallaron todo el muelle y marina llena de leventes o cosarios armados, como estaba acordado; y caminando quietamente entraron en la ciudad, cuya puerta de la marina estaba también tomada por los cosarios. Y de allí se fueron, siendo ya un buen número de gente de más de trescientos escopeteros, hasta una casa grande que está en la calle derecha que de la ciudad va a dar a esta puerta de la marina, do suelen los reyes que de nuevo vienen de Turquía alojar los primeros días, hasta que el otro rey desembarace la casa diputada por vivienda de todos los reyes.   Toma de posesión de Thecheoli Bajá        "Metido aquí el Thecheoli y puesto buena guardia de arcabuceros, llegaron al puerto las ocho galeras de Turquía que trajera y comenzaron a desembarcar la gente como estaba avisada. Comenzaron los cosarios que estaban con el Thecheoli a dar voces diciendo:      "--¡Viva el Gran Señor!, ¡viva el Gran Señor! ¡Viva Thecheoli!, ¡Viva Techeoli!      "A las cuales voces acudieron los genízaros y hallando tomada la calle de la marina con gente armada y con cuerdas encendidas en los arcabuces, quedaron del todo confusos. Y mucho más cuando supieron de cierto que el Thecheoli estaba, en efecto, dentro de la misma casa, y que sus galeras eran entradas en el puerto y la gente desembarcada; y luego, cayendo en la cuenta del engaño y burla que los cosarios les habían hecho, no osaron acometerlos; mas cada uno, como pudo, se recogió para su casa.          "Hecho esto, y que Thecheoli fue cierto que los genízaros no hacían algún movimiento ni rumor, así como era de noche se fue muy acompañado de arcabuceros, que pasaban de 2.000, a palacio.  Do ya (a) la puerta halló al Asán Corso que le vino a recibir. Y disculpándose de que en todas aquellas revueltas él no tenía culpa alguna; mas que contra su voluntad aceptara aquel cargo desde (el) principio y por fuerza le hacían perseverar en él. El Thecheoli le hizo muy mala cara, no aceptando sus  disculpas; antes, le mandó luego prender y poner a buen recaudo. En este punto acabó el gobierno de Asán Corso, habiendo durado no aún cuatro meses cabales".        Es conveniente recoger aquí el retrato que hace Sosa de este hombre de confianza de Salah Bajá, bien considerado en los medios berberiscos, y a quien el enviado turco mandó dar muerte con suma crueldad. La evocación de su cuba sepulcral cercana a la de su "patrón" adquiere gran fuerza literaria. Al cautivo Sosa, se le nota, Hasán Corso le caía bien; tal vez por la razón que mencionara con anterioridad, su buen trato a los cristianos cautivos a las claras, así como por su comportamiento ante la muerte cruel que le tocara en suerte, imagen límite del desarraigo del renegado, en la base del relato de ese casi enfermizo narrador del desarraigo y la crueldad que es Sosa. Es en esos momentos liminares en donde el genio de Sosa brilla a la altura del de su compañero de cautiverio Cervantes, muy probablemente conocedor de estos escritos.        "Era a este tiempo Asán Corso de edad de 38 años, de mediana estatura, de color trigueño, ojos grandes, nariz aguileña y barbinegro. No dejó hijo ninguno. Está enterrado en una cuba cerca de la de Sala Raez, su patrón, y fuera de la puerta de Babaluete; la cual cuba o sepultura le mandó hacer después Ysuf, su renegado, que por vengar su muerte mató al Thecheoli".        Thecheoli Bajá, a pesar de la dureza con la que trató a los jenízaros, no pudo mantenerse en el poder más de tres meses, hasta finales de diciembre de 1556.        "Metido el Thecheoli en posesión de la ciudad y reino de Argel por los cosarios, como acabamos de decir, y preso en hierros el Asán Corso, su antecesor, la primera cosa que hizo fue que llegada la mañana envió dos galeras de las que consigo trajera a Bugia y Bona, a prender a los alcaides de ambas aquellas dos ciudades que tan desobedientes le fueron. Y por todos aquellos primeros días ocupóse en tomar informaciones de los que de aquel caso fueron autores y tenían más culpa. Y como era hombre avaro y en extremo codicioso de dineros, a la postre con todos disimuló porque se lo pagaron bien; si no fue con el Asán Corso y con los alcaides de Buxia y Bona.        "Y cuanto al Asán, no pasaron diez días que le mandó cruelmente matar enganchado en un gancho --tormento cruelísimo, como en otra parte escribimos— fuera de la puerta de Babazón, pasada la puente. Y estando así el Asán, enganchado por el lado derecho, vivió tres días continuos penando. Y como entonces, siendo principio de octubre, hacía algún frío, viendo que pasaba algún cristiano le decía --como quien lo vio me contó--:      "--Cristiano, dadme por amor de Dios un capote con que me cubra.        "Pero como allí estaban turcos que por mandado del rey le guardaban, ninguno osaba dárselo ni aún llegar a él; y al contrario, como se allegaba o le miraba algún turco, volvía la cara a otra parte como que le aborrecía y no le quería mirar. Al cabo de los tres días murió, dejando notable ejemplo de la variable e inconstante Fortuna.        El rigor de Thecheoli no cesó con este episodio, sin duda impopular, sino que prosiguió hasta provocar un extremo enfrentamiento con aquel sutil tejido de solidaridades que debió conformar el colectivo militar jenízaro.        "Al alcaide Ali Sardo, que estaba por alcaide de Buxia, no tardaron ocho días que una de las dos galeras le trujo; y en este más que en todos hartó el Thecheoli su ira y rabia. Porque después de meter cañas agudas por los dedos de las manos y pies, que es muy doloroso tormento, le hizo poner en la cabeza un casco de hierro ardiendo diciendo siempre que le diese el tesoro grande que era fama que tenía el dicho alcaide Alí Sardo. Pero con todos estos tormentos, no lo pudo acabar con él. Al último, le mandó empalar vivo atravesándole con un agudo palo del fundamento hasta la cabeza; y quedando espetado como un tordo, e hincando el palo en tierra, estuvo a la vista de todos más de medio día, dando arcadas terribles, hasta que con este tormento murió. Fue empalado fuera de la puerta de Babazón en el mismo día que el Asán fue enganchado.        "Después, a otros ocho días, le trajeron preso al alcaide Mostafá, renegado griego alcaide de Bona, que huía con dos renegados suyos y una mula cargada de dinero; y se quería huir a la Goleta porque fue luego avisado de Argel cómo el Thecheoli le enviaba a prender. Y habiéndole condenado también a empalar vivo, acabó con él un turco muy principal, y el más rico de Argel que entonces había, que se decía Chorchapari, cómo le perdonase por mucha suma de dineros que le dio.        La noticia de aquellos sucesos llegaron a Tremecén y provocaron una revuelta aún más amplia. Sosa recoge de manera muy creíble las circunstancias y motivaciones de aquel conflicto.        "A este tiempo ya en Tremecén se sabía cómo y de qué manera el Thecheoli mandaba enganchar al Asán Corso. Y como entonces fuese alcaide de aquella ciudad un renegado del mismo Asán de nación calabrés que se decía el alcaide Isuf, éste, sintiendo en gran manera la muerte de su patrón que le criara y pusiera en mucha honra, determinó luego, no obstante todo peligro, vengarla con matar al mismo Thecheoli. Y para esto no le faltaron los genízaros que consigo tenía allí en Tremecén, a los cuales también pesaba grandemente de la muerte indigna de aquel hombre, el cual de todos era querido y amado.        "Juntóse a esto que muchos de los genízaros de Argel escribieron a otros amigos y genízaros de Tremecén el descontento grande que tenían de la venida y modo de proceder del Thecheoli. El cual, ni los trataba como otros reyes, ofendido de ellos porque no le habían querido recibir, ni como usaban todos los reyes venidos de nuevo les había crecido las pagas, mostrando mucho deseo de que todos se juntasen y le echasen de Argel. Entendido esto del Isuf, a quien fueron estas cartas mostradas, hizo entender a los genízaros de Argel por medio de los de Tremecén que si le querían dar favor, o a lo menos no le estorbar, que él iría en persona a Argel y mataría al Thecheoli y vengaría la muerte de su patrón el Asán. Fueron de esto contentos los genízaros de Argel y su Aga; tan aborridos estaban y tan descontentos del Thecheoli.        "A este tiempo había en Argel una peste muy cruel de que moría cada día mucha gente; por lo cual el Thecheoli se salió de la ciudad y se fue a las Caxinas, un lugar despoblado junto a la marina que está de Argel, para poniente, cinco millas. Y en tiendas de campo y pabellones estuvo alojado con toda su casa y ministros hasta casi navidad de aquel año 1556.        "Sabido esto por Isuf, alcaide de Tremecén, porque luego le avisaron, y viendo que era este muy buen aparejo para matar al Thecheoli, partió de Tremecén para Argel con hasta trescientos turcos; aunque otros afirman que eran seiscientos, y que no partió entonces de Tremecén, mas de otras tierras más vecinas de Argel por donde andaban garramando, esto es, cogiendo para su amo el rey Asán el tributo de los alarbes. Como sea, él, sabiendo de la manera que el Thecheoli estaba en las Caxinas, caminó con gran priesa para allá. Y porque el Thecheoli no fuese avisado de su ida, por el camino cuantos moros hallaba los maniataba a algún árbol y pasaba adelante. De esta manera caminó tanto que llegó muy cerca de las Caxinas.       "Cuando siendo el Thecheoli avisado cómo el Isuf venía, receloso de algún mal se puso luego a caballo con gran priesa; y con hasta tres o cuatro sus criados comenzó a correr cuanto podía hacia Argel. Ya el Isuf estaba tan cerca que reconoció al Thecheoli y cómo iba huyendo; por lo cual él también a todo correr de caballo siguió en su alcance.        El relato de Sosa incluye todo el mimo por el detalle preciso del relato heroico popular, de alguna manera, conserva el encanto de la memoria tamizada por la oralidad. Capta a la perfección el destello del momento histórico preciso, de la tensión de fuerzas enfrentadas --el turco y el calabrés, el cortesano y el jenízaro, el viejo y el nuevo musulmán--, con ese telón de fondo de calamidades y Fortuna varia.        "Llegó el Thecheoli primero un buen rato a las puertas de Argel. Y como las vio cerradas porque los genízaros que sabían de esto las habían mandado cerrar porque él no entrase en la tierra, dándose luego por perdido no supo tomar otro partido sino subir dende la puerta de Babazón arriba, a la montaña, con su caballo. Y allí, viendo que el Isuf se allegaba, tomó por aquellas montañas su camino a grande priesa para otra más eminente montaña que está milla y media de Argel para poniente; y descabalgando a la puerta de una ermita do vivía muchos años y está enterrado un renegado cordobés que llamaban Cid Jacob, se metió dentro.        "No había el Thecheoli hecho esto, cuando ya el Isuf allí estaba también, que le fue siempre siguiendo; y apeado del caballo y con una lanza en las manos que traía, entró dentro de la mezquita o ermita buscando al Thecheoli. El cual, viéndole de aquella manera determinado, vuelto a él le dijo:      "--Isuf, no me mates. Mira que estoy en la casa de Mahoma.        "A esto le respondió el Isuf:      "--¡Oh, perro traidor! ¿Y por qué mataste tú al inocente de mi patrón, que no tenía culpa alguna?        "Y diciendo esto le dio tres o cuatro lanzadas con que le echó muerto en tierra.        "Ya era muerto el Thecheoli cuando llegaron algunos genízaros y turcos de la compañía de Isuf; los cuales, aprobando y alabando lo que había hecho, caminaron con él para Argel. Do sabido el caso cómo pasaba y la muerte de Thecheoli, fue recibido con gran fiesta y contento general".        Antes de seguir con la trágica epopeya del joven calabrés Isuf, Sosa dejaba una evocación del torpe gobernante turco que fuera Thecheoli:        "Este fue el fin de Thecheoli Bajá, el cual bien pudiera excusar si no fuera tan infame en el vicio de la avaricia. La cual le hizo que no contentase los genízaros ni hubiese persona alguna que se mostrase en su favor. Reinó el Thecheoli tres meses; esto es, desde el principio de octubre de 1556 hasta el fin de diciembre siguiente. Era de nación turco, de edad de 50 años, robusto, lleno de carnes, de mediana estatura y moreno de color. Está enterrado en una cuba o sepultura fuera de la puerta de Babaluete que un turco su amigo le hizo algunos meses después, que está veinte pasos más adelante de la cuba de Asán Corso y de Isuf Bajá".        Yusuf Bajá, el joven renegado calabrés, sólo pudo gobernar una semana larga. En plena epidemia de peste en Argel, murió de peste. Era el fin trágico de un malogrado mito popular naciente, similar al mismo Barbarroja y al futuro Euchali. Es en momentos como estos cuando el relato de Sosa alcanza su máxima emoción literia, fiel a la oralidad que le fundamenta. Y es en estos fragmentos en donde apunta una realidad que, un cuarto de siglo después, haría hablar al italiano Salvago de "republica popolare" para referirse a la realidad argelino-berberisca.        "Después que Isuf mató de esta manera a Thecheoli Bajá y entró en la ciudad acompañado de sus turcos y soldados que traía, luego fue visitado del Aga de los genízaros y de los más principales turcos y renegados. Y parte por el amor que tenían a la memoria de Asán Corso su amo, cuya muerte había vengado valientemente, y parte por la afición que por este hecho le tomaron, luego, sin más dilación, le declararon por rey y gobernador de Argel.        "Y el Isuf, que era en efecto mancebo de gentil espíritu, no queriendo ser vencido en este caso de virtud y liberalidad cuanto le fue posible, luego aquel día repartió 10.000 escudos entre todos los genízaros. Y lo mismo hizo el segundo día y el tercero, cuarto, quinto y sexto. De manera que en seis días les dio 60.000 escudos en oro. Por lo cual tanto creció más el amor y afición que le tenían.        "Estando, pues, todos de esta manera tan alegres y contentos los turcos y genízaros con tener tan liberal rey, y el Isuf con verse de un pobre mozo calabrés en tal estado y tan grande, la muerte, que todo abate y deshace, asechando nuestras vidas y contentos, lo volvió todo en tristeza y dolor. Porque en el último de los seis días, habiendo grande peste entonces en la ciudad, dio la landrea al Isuf en una ingre, con tanta furia que en menos de veinte y cuatro horas perdió la vida y el reino con gran sentimiento de todos.        "Era el Isuf de edad de 26 años, de mediana estatura, barbicastaño, de color blanco, no muchas carnes y de muy gentil gracia y condición para todos. Está enterrado junto a su patrón Asán Corso y en una misma cuba o capilla, fuera de la puerta de Babaluete, que es la que está luego adelante de la cuba de Sala Raez y antes de la de Thecheoli".        Un turco "cuerdo y prudente", experimentado en el gobierno --había sido gobernador de Miliana--, Yahaya Bajá, gobernó entre enero y junio de 1557, en plena epidemia de peste, hasta la llegada de Hasán Bajá, el hijo de Barbarroja, designado en Estambul para resolver aquella crisis. Era el segundo gobierno de Hasán Bajá y no había de ser el último. La biografía de Yahaya que deja Sosa, nos lo muestra como un personaje muy representativo de aquella nueva sociedad berberisca que estaba surgiendo y asentándose en la región.        "Vuelto el Yahaya al estado y vida de particular, vivió muchos años en mucha honra y reputación. Y en el año 1562, por muerte de Amet Bajá, quedó como califa suyo, que era por gobernador de Argel hasta que vino la segunda vez (sic, por tercera) Asán Bajá, hijo de Barbarroja, a ser rey. Y murió después en el año 1570, en edad de 60 años.        "La causa de su muerte fue que habiendo él ido con el Ochali a tomar a Túnez en el año 1569, ya que el Ochali estaba en la ciudad, llegaron ciertas chatas o barcas de la Goleta a bombardear la ciudad; y saliendo Yahaya Bey con otros turcos de la ciudad al rebate, una bala de las chatas le pasó por junto a la pantorrilla de la pierna derecha; y sin le tocar ni la carne ni la bota, le paró la pierna toda negra, de manera que no se podía tener en ella. Y volviendo a Argel por tierra con el mismo Ochali dentro de una litera que mandó hacer en Túnez, al cabo de pocos meses murió en casa de este desastre.        "Era alto de cuerpo, lleno de carnes, moreno, de ojos grandes y bien barbado, de pelo negro. Dejó solamente una hija heredera de mucha riqueza. La cual había habido en la hija de Agi Bajá, Axa, con quien era casado, que fue llamada la Gorda porque lo fue en extremo. Esta hija es viva hoy día y se llama Lela Axa, y es mujer del alcaide Daut, el más principal alcaide de Argel. Está enterrado en una cuba grande entre los reyes, fuera de la puerta de Babaluete, que su hija le mandó después hacer junto a la cuba de Amet Bajá, viniendo para la ciudad" (77).       ------------   NOTAS:   (76).- Estas medidas de Mahamet Bajá, el hijo de Salah Bajá, son de 1568, aunque no solucionaron las tensiones entre los dos colectivos, el de los marinos y corsarios --la Taifa-- y el de los militares jenízaros, el Odya.   (77).- Haedo, I, pp. 312 ss.    
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el 5 enero, 2012 a las 18:53 Emilio Sola
el 3 enero, 2012 a las 11:58 Emilio Sola
el 3 enero, 2012 a las 11:58 Emilio Sola