HISTORIA 17, Djamel Latroch

HISTORIA 17, Djamel Latroch

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LA SOCIEDAD ARGELINA VISTA POR  VIAJEROS ESPAÑOLES (1845-1895): ESTRUCTURA SOCIAL Y POBLACIONAL         

Djamel Latroch

 

 

Planteamiento

 

    Con la ocupación de Argel por los franceses, see la situación política internacional cambió significativamente. París y Londres, mind capitales del protagonismo mundial del Siglo XIX, for sale iniciaron –estableciéndose- un nuevo orden con respecto a toda África, un continente que abarca todas las necesidades económicas y políticas de los Estados europeos.

    Argelia, sin embargo, fue el primer territorio norteafricano (mediterráneo) que dio por excelencia el comienzo de todo un proceso de futuros cambios tanto al nivel europeo  como al nivel africano.

     España -claro está- por ser la más cercana a las tierras argelinas y por su situación política económica y social está ligada directa o indirectamente con la presencia de los franceses en Argelia[1]. Esta preocupación se representa en el temor por perder las fronteras Sur y la posible intervención en las tierras españolas. Para asegurarse, España envió inmediatamente –en 1830- a Argelia jefes militares para estudiar la estructura militar francesa y al mismo tiempo analizar los aspectos sociales, políticos y económicos de los argelinos. Ignacio Ardanaz, teniente general, nos  afirma en su memoria la importancia de este hecho: “la conquista, dominación y colonización de la Regencia de Argel -dice-, ha ofrecido un interés de primer orden a toda Europa, pero con más especialidad a toda Europa Militar desde la importante expedición con que dio principio en 1830 (…) -y añade- esta guerra ha llevado para conocer el país por parte  de casi todas las naciones, España envió  igualmente en 1830 varios escogidos jefes y oficiales entre ellos: conde Mirasol y Manuel de Mazarredo”[2]. Así pues, Argelia creó todo un comienzo para la infiltración en el continente africano mediante las exploraciones y estudios geográficos extendido rápidamente a otros países vecinos.

 

       Históricamente hablando, el  Siglo XIX español fue un siglo de transformación política y de inestabilidad social: un siglo  de guerras, enfrentamientos, cambios de regimenes; un ejercito débil y harto del desorden político. Un siglo según Pierre Vilar “de comedias más que dramas” y según  Diego Sevilla Andrés “España entra en una nueva política de desordenes, de origen distinto, pero de desordenes en fin”[3]. Ahora bien, esta situación política tan precaria repercutió negativamente en  los aspectos económicos y a su vez en lo social. En efecto, la sociedad española del Siglo XIX se caracterizó por una fragmentación socioeconómica debido a los problemas ya mencionados anteriormente. De igual manera, se suma también otros problemas climatológicos -sobre todo la parte Sur- que hicieron la vida de los españoles difícil de soportar: miserias, enfermedades y una degradación socioeconómica[4].

      Estos problemas de distinto origen y aspectos, obligó  a los españoles a centrar toda la atención en la emigración. 

     El fenómeno migratorio fue espontáneo y de carácter golondrino, temporal y permanente. Alicante, Almería, Murcia, Baleares fueron los núcleos de las masas migratorias hacia Argelia. Baste mencionar que en 1841 los españoles eran 9. 478 frente a los 11. 300 franceses y colonos. En 1881, los españoles eran 114 320 en total de

181 000 extranjeros. En 1845 los españoles ascienden a 17 540, pasando, en 1850, a        20 000; y entre los años  1845 y 1850, “les espagnols representent les deux tiers des europeens de la zone Sud[5]. En suma, el movimiento migratorio español representaba, entre 1880 y 1885, casi el 40 % del total de la emigración exterior española[6].

 

     Orán, la Oranie, Argelia Occidental, fue región preferida por excelencia por parte de los españoles, hartos de los problemas políticos, económicos y sociales en que vivían. Por consiguiente, Argelia fue un destino inmediato de todo aquello desesperado del estado en que vivía. Por la baratez del viaje, la cercanía geográfica, el pasado común entre ambos lados, ayudaron al inicio de todo un fenómeno migratorio hacia Argelia y en  mención particular hacia Argel y Orán[7].

 

 Viajes y viajeros españoles en Argelia (1850-1895)

 

     El elemento español en la región de Orán ha constituido un interés permanente en las publicaciones de habla castellana del momento. Entre otras, encontramos múltiples publicaciones basadas en viajes.

     Las obras de los viajeros españoles durante todo el Siglo XIX, pueden dividirse en dos épocas: la primera empieza con el comienzo del siglo hasta 1830; y la segunda desde ésta hasta el final del Siglo. Mayormente, se caracterizan por ser memorias escritas por  militares[8], estudian con mayor interés, los aspectos políticos, económicos  y sociales del país; a diferencia de las obras -publicaciones- de los siglos anteriores cuyo  motivo principal fue, fundamentalmente, de carácter religioso[9]. Cada obra surge como consecuencia de la actuación extranjera en tierras africanas, y por lo general, no fueron elaboradas para el estudio histórico del pasado sino, más bien, obras que analizan el estado actual (del momento) tanto político como social de la región en que se encuentra el autor.

    Los relatos de los viajeros  anteriores al Siglo XIX, se redactan principalmente por  cautivos  que envían memorias y cartas a sus familiares (correspondencia entre ellos); o simplemente, conmemoran los recuerdos de un paso o de un viaje “argumento de todo relato”, que “hace a sus protagonistas héroes o sabios, hombres de experiencia o de fortuna”[10].

      Estas memorias –actualmente fuentes de primera mano[11]- prestan conocimientos y observaciones de todo tipo, en ellas encontramos detalles sobre costumbres, mitos, mentalidad, geografía, historia, religiosidad, vida cotidiana, valores éticos y estéticos, aspecto y marcos de sociabilidad, e incluso se centra con más atención en detalles especiales como -por ejemplo- la comida de los soldados y la vestimenta de la policía del momento; además son en sí, testimonios directos de la sociedad. Son memorias que presentan al “Otro” como tema de interés y de estudio. Sus autores son militares, jefes de élite que redactan obras basándose en hechos o sucesos reales vividas por ellos mismos, analizan el estado económico y social de los españoles: la cultura, la manera de vivir, sus comportamientos y sus relaciones con los argelinos y entre éstos con las demás comunidades extranjeras.

 En términos generales, son memorias o relatos que, por un lado, nacen por  necesidad de conocer al “Otro” y agrupar máximas informaciones sobre hechos concretos; y por otro, nacen por el deseo personal y la curiosidad del que relata.

    El autor se percibe, en términos actuales, como un  “turista-viajero” que recorre todo el país o una determinada región[12], observa a su alrededor, describe lo que ve y lo que vive, detalla –describiendo- las casas, las calles, las ciudades, pinta el ambiente en que vive, da su opinión a veces sobre algún hecho relevante que le parece extraño. Se relaciona con todos, vive y convive tanto con los simples argelinos como con las máximas autoridades religiosas o políticas; se relaciona igualmente con los franceses (militares o civiles).

    Cabe mencionar, tanto la temática como la problemática que aborda el autor pueden agruparse en dos categorías: la primera, abarca temas sociales y políticos del país; y la segunda, facilita informaciones sobre aspectos militares de los franceses como de los argelinos.

     Una de las características del  interés del autor es la poca información sobre los inmigrantes españoles del momento, les relata conjuntamente con los argelinos y no les da más énfasis  salvo en situaciones aisladas, quizás por la numerosa presencia de españoles en algunas regiones o simplemente no se puede hacer diferencias entre ellos y las demás comunidades extranjeras. No obstante, en algunas memorias, el autor incluye unas  estadísticas, fotos, gráficos extraídos de otras obras francesas del momento[13].

 

La sociedad argelina            

 

     Socialmente hablando, la composición de la sociedad argelina del momento es más que llamativa a la atención por su diversidad etnográfica y la multiplicidad en cuanto a las relaciones sociales entre todos los componentes. Hay argelinos, franceses, españoles, italianos, judíos y de otras nacionalidades tanto occidentales como árabes. Los propios argelinos componen la mayor parte de la población, seguidos por los turcos antes de la colonización francesa; española en el Oranesado; italiana y mahonesa en la provincia del Mediodía (Argel). Los franceses repartidos en todo el territorio argelino y, por último, los judíos se establecieron esencialmente en las ciudades, de igual manera, las demás comunidades extranjeras –minoritarias- sobre todo en las tres grandes ciudades, Constantina, Argel y Orán.

     Estas tres ciudades fueron las capitales de tres provincias que, antes de 1830, constituyen la división territorial de Argelia del Siglo XIX. La extensión de cada provincia está fundamentada esencialmente sobre razones geográficas, físicas y naturales. Desde el punto de vista natural, se divide en dos partes: el Tel y el Sahara; el primero abarca las tres provincias, mientras que el Sahara abarca el resto que no pertenece a ningún territorio de las provincias. “el Tel –describe José María Servet- es la región de las lluvias periódicas, de los bosques, de las frutas y de los granos, la región cultivable para el europeo, que encuentra en sus valles. Las Altas Mestas, barridas por huracanes de arena, no se presentan a cultivo alguno, pero ofrecen excelentes pastos cuando no faltan las lluvias de primavera y otoño y se consideran dominio del árabe pastor. El Sahara, es  un vasto mas desecado, pero todavía no es el desierto”[14]. Conviene recordarse, la estructura y la organización política y social tuvieron orígenes turcos. Antes de la colonización francesa, los turcos ya habían dividido Argelia de esta manera basándose sobre divisiones territoriales como físicas[15]; y a partir de 1830, los franceses siguieron manteniendo esta misma repartición.

     En cuanto a los grupos humanos -nos explica Xímenez de Sandoval[16]- de la época y su división encontramos dos grandes grupos, divididos esencialmente sobre bases etnográficas y tribales; se dividen según caracteres urbanos y rurales, según ciertas reglas de carácter religioso y político. Hay grupos humanos que se dividen según caracteres físicas: hay sedentarias, que habitan y cultivan el mismo territorio, se caracterizan por las mismas tradiciones e identidad de nombres; hay nómadas, se caracterizan por sus propiedades inmuebles y depósito de mercancías en las poblaciones del Sahara. Así pues, el Sahara y el Tel son dos limitaciones geográficas dela Argelia del Siglo XIX.

     El núcleo social de Argelia del momento son las agrupaciones de habitantes divididas en  fracciones o farcas que constituyen a su vez un Aduar. Formado por varias tribus o varias grandes familias numerosas, cada Aduar está dirigido por un Cheij elegido entre los más notables de la tribu[17]. Su misión se resume esencialmente en administrar asuntos de su tribu, dirigir y organizar los asuntos políticos de escaso interés que no se extiende más allá de las fronteras de su tribu, así mismo, elevar al Kaid su preocupación y a la vez  la de su comunidad.

      Cada aduar tiene un consejo que se reúne para estudiar cualquier problema, llamado “El Kebar[18], es una asamblea de notables de la tribu, generalmente, son personas mayores que representan cada uno a su familia y su procedencia. El Cheij les consulta en cuestiones que se refieren a las relaciones con otros aduares, así como lo relacionado a los asuntos internos de su comunidad. La agrupación de familias bajo un aduar viene condicionada por razones familiares y de procedencia y nunca por razones políticas, “el Cheij -dice José María Servet- recibe la investidura del Comandante [autoridad militar francesa] de la subdivisión, cobra los impuestos, reúne las bestias de carga para los convoyes militares y ejerce en su Farca funciones análogas a la de los alcaldes de los municipios franceses, no puede imponer impuestos, no reciben sueldo de la autoridad francesa, simplemente defienden los intereses de su aduar”[19], así pues, la función del Cheij no pasa las fronteras de su aduar; pero sí, tiene un cierto privilegio social más que nada.

     La fundación y la creación de un Aduar viene condicionado por bases familiares y de parentesco, cada uno reúne unas familias grandes o la unión de dos o varias que lleva el nombre de su fundador, generalmente denominados por el termino Ouled o Ben es decir “hijo de”. Todos llevan este nombre que le distinguen de los demás aduares y para la delimitación de los territorios y la jurisdicción de cada Cheij. La limitación de cada territorio  y su bienestar es una de  las responsabilidades -funciones- del Cheij.

 

      Ahora bien, existen también  Farcas compuestos por  Santos llamado Sidi, son “los miembros de la tribu que haya obtenido por sus meritos personales la santidad debida a los actos de beneficencia y pureza de costumbres”[20], constituyendo -unión de varias familias- una Zauía, especie de establecimiento compuesto principalmente por una mezquita y una escuela para los Tolbas[21] (alumnos). Generalmente, alrededor de ésta se agrupan varias familias cuyo Cheij es el mismo responsable de la Zauía, denominados por nombres de Sidi.

      Por otra parte, la agrupación  de varios aduares constituyen Kaidatos, sometido bajo dirección de un Kaid, responsable de cierta importancia y con mucha influencia en su tribu y en su región, elegido por periodo muy corto que no excede a un año, bajo su autoridad recae la organización de la policía y la recaudación de los impuestos            (las garramas).

     A su vez, la agrupación y la unión de varios Kaidatos compone lo llamado Aghalik, dirigido por un Aghá[22] cuya tarea es vigilar a los kaids, castigando o imponiendo multas a aquellos que se niegan pagar o someter a los Cadi (juez). Tanto los Kaid como los Aghá son, mayormente, hombres de confianza de las autoridades francesas, responsables que gozan de privilegios políticos y sociales, siempre cobran por el servicio que prestan.

 

       Esta división y estas denominaciones no se aplican a las sociedades de Kabilia y del Sahara. Efectivamente, la sociedad de Kabilia, está constituida por varios Arch bajo un responsable denominado Amin. A su vez, cada Arch se divide en fracciones llamadas Jaruba que elije su jefe o Cheij para administrar los asuntos políticos y sociales de su territorio durante unos pocos meses, generalmente –según afirma Pedro Sousa- el Amin se elige por sufragio universal, se ocupa de administrar, mantener el orden publico y hacer respetar las leyes y las costumbres de su aldea o Dechra[23].

      La diferencia también la encontramos en la sociedad del Sahara, más sencilla en su composición que las demás sociedades, “todos obedecen a un jefe que se llama Sultan, y que está elegido por D´ymag [asamblea de los notables], y la encontramos en casi las ciudades del desierto, pero siempre más o menos sumisa a un señor absoluto y un hereditario”[24]. La sociedad sahariana se caracteriza por la emigración y la posesión de varios territorios tanto para el verano como para el invierno. Entre ellos, casi no existe  –socialmente hablando- diferencias notables por la sencilla razón de ser iguales en sus costumbres, sus hábitos y en sus casas.

     Conviene recordar que la misma estructura y organización política de origen turco se establecieron también por el Emir Abdel-Kader. Su estructura se divide en tres grandes bases: la primera, está en las facultades del Califa; en el Aghá, en segundo lugar; y por ultimo, el Kaid.

     Ahora bien, las autoridades de los tres poderes constituyen lo llamado Hokm el Majsen, especie de consejo máximo que tiene como facultad juzgar y resolver problemas de gran interés que afecta a asuntos de estabilidad del país o una región determinada. Cada autoridad tiene función y responsabilidad determinadas: el Kaid, como ejemplo, es el responsable comprometido que tiene contactos directamente con la sociedad, conocedor de sus problemas y sus preocupaciones, tiene facultades para juzgar y administrar asuntos a su alcance que no sean atribuidos al poder judicial. Su jefe superior es el Aghá (especie de general), su autoridad alcanza a todo su Aghalik, examina generalmente las conductas de los Kaids y entrega al Califa[25]  el producto de las multas.

 

     El poder judicial está limitado a la persona del Cadi (Kadi) quien tiene facultad de juzgar y administrar la justicia en general, “cuya jurisdicción es extensiva a todos los asuntos civiles entre musulmanes (…) el Kadi tiene asignados un numero cierto de G´dul   que le sirven de amanuenses y de secretarios y de testigos…”[26]. El Cadi, está ajeno a todos y sólo está obligado a aplicar las leyes musulmanas.

Así pues, la justicia se administra exclusivamente por el Cadi (asuntos civiles) y Hokm el Majsen (asuntos graves referidos a la estabilidad del país).

      Desde el punto de vista económico, la recaudación y la elaboración de los impuestos en esta época se basa en el Diezmo: todo propietario tiene la obligación pagar impuestos según la ley musulmana.  Anteriormente, los turcos tenían el mismo sistema de recaudación, que fue mantenido por parte de los franceses, y lo mismo ocurrió bajo al mando del Emir Abdel Kader. Su recaudación está sujeta a leyes religiosas. De manera sistemática, la autoridad francesa comunica, en un día señalado con anterioridad al califa, la fecha de recaudación de los impuestos. El califa, a su vez,  lo transmite a los Ahgás , y éstos a los Chejs respectivamente. Éstos son los únicos encargados de reunir y controlar a cada uno de los obligados a pagar los impuestos. Y una vez terminada la recaudación, jerárquicamente,  se entrega a la autoridad francesa.

 

La estructura social y poblacional

 

      Tres categorías (dinásticas, federativas, administrativas) y dos agrupaciones humanas, son las características de la población argelina. El carácter, las costumbres y la religión son tres elementos diferenciadores entre los argelinos y otras comunidades extranjeras, son a la vez, rasgos de identidad social del momento y de los argelinos.

     La sociedad argelina está basada sobre tres fundamentos: históricos, hereditarios y por último, religiosos. En la  región de Argel, por ejemplo, las familias siempre se reservan a si mismas y a los individuos sus antigüedades para conservar la identidad frente a la diversidad social de la capital. La procedencia o  el origen de la familia diferencian también el grado social de cada persona, además es un elemento básico para el estatus social.

     Divididos en dos territorios, estos grupos humanos se establecieron en las ciudades (lugares urbanos) y en las aldeas (lugares rurales), distribuidos según bases naturales y geográficas, “los Kabylas -nos describe Manuel Malo de Molina- residen en las montañas del Atlas y parte del Sahara; los árabes ocupan las poblaciones del pequeño desierto y las cordilleras bajas de aquel; los moros[27] habitan en las ciudades y en los pueblos inmediatos a ellos, mezclados con algunos árabes que allí se han establecido, y con los judíos; los negros por ultimo”[28] y añade “los que habitan los campos, que son los árabes raag (pastores), los felah (labrador) y los Kabylas montañeses, que también se llaman beduinos, (…) no tienen mas habitación que la tienda de campaña que podremos apellidar casa de pelo”[29].

      Por su parte, los judíos se establecieron en las ciudades, residen en la zona del Tel y escasean en el sur, no trabajan en industria ni producen nada pero sí monopolizan el comercio y especialmente la usura[30], se dedican esencialmente al comercio y a la banca, viven –afirma Servet- en contacto continuo con los franceses, a los que prestan servicios para establecer su colonización[31]. Tienen un poder financiero considerable, poseen casas de comercio y tienen un poder influyente en la política colonizadora de los franceses. 

     Existen también otras generaciones minoritarias llamados Kulugli o Cololio (en algunas obras se denominan por Kulurlis), son hijos de un matrimonio de un turco con una árabe, son “hombres de cutis blanco y traje enteramente moro que se acerca (…) Su madre le ha transmitido la tendencia á la gordura, musulmán como su padre”[32].

 

     Ahora bien, siete u ocho comunidades de diferentes culturas e idiomas generan lógicamente una multiplicidad de costumbres y de maneras de vivir y convivir. Efectivamente, la diversidad de creencias, culturas y lenguas son los que caracterizanla Argeliadel momento: el Islam, el Cristianismo y el Judaísmo son las religiones practicadas en toda la geografía argelina. Mezquitas, iglesias y sinagogas son edificios sagrados que aparecen con frecuencia tanto en las ciudades como en las aldeas.

     La sociedad exclusivamente árabe o argelina se basa sobre algunos fundamentos históricos como sociales relacionados entre sí. La nobleza -entre muchos- es un  rasgo diferenciador que hace a los argelinos distintos -socialmente- con respecto a las

comunidades extranjeras[33].

    Las costumbres argelinas también constan de otro principio distintivo dentro del conjunto de las relaciones sociales, y por ultimo, existen comunidades de habitantes limitadas por motivos naturales como históricos que tienen distintos hábitos y costumbres. En su memoria, Ximenez de Sandoval, nos afirma lo anteriormente dicho: “el todo de la sociedad árabe, bien se la considere en conjunto, bien en detalle en sus más pequeñas divisiones, reposa sobre tres puntos o bases siguientes: la influencia por consanguinidad, la forma aristocrática del gobierno, y la inestabilidad de centros de población. Los dos primeros principios se deducen fácilmente de la ley que les rige religiosa y civilmente, y el tercero, de la naturaleza del país que habitan y del carácter conservador e independiente por excelencia de los individuos”[34]. Estas tres móviles sociales son, a la vez, los tres componentes de la identidad social argelina dentro del conjunto racial y cultural compuesto por las comunidades extranjeras.

    En efecto, estas tres bases sociales las encontramos representadas en las costumbres, en los hábitos y en los usos, en la vida cotidiana y, sobre todo, en cada región.

La aristocracia constituida generalmente por jefes militares o civiles tiene un poder a nivel social como político sobre todo en las ciudades o centros urbanos. En el Sahara, por ejemplo, debido a las dificultades naturales y geográficas, la población se caracteriza por la emigración –razones comerciales y de carácter religioso-, habitan diferentes  territorios para el verano y otros para el invierno. En las partes rurales, la procedencia y el origen de la familia constituyen otro rasgo diferenciador que marca los límites sociales entre los argelinos mismos.

     Ahora bien, esta diversidad social y racial no constituyó un peligro para la seguridad de los argelinos y sus posesiones, salvo los franceses que por sus políticas de colonización venían haciendo represiones para sofocar la identidad de los argelinos, penetrando a través de las clases de nobleza[35].

Por otra parte, la comunidad española, como ejemplo, es la más predominante en sus relaciones con los argelinos, sobre todo en el Oranesado; los españoles “componen las dos terceras partes de la población de Orán, y distribuidos por toda la provincia, se dedican a la agricultura, al comercio y a diferentes industrias y profesiones, estando en buenas relaciones con los indígenas, con los cuales tienen frecuentes tratos mercantiles”[36]. Según Servet, los argelinos y los españoles componen casi una unidad frente a los franceses. Aunque son cristianos, de otra cultura y de otra mentalidad, más bien cercana a la francesa; los españoles se identifican más con los argelinos: viven y conviven en mismos barrios, se relacionan mutualmente trabajando juntos bajo el mando francés.

     Cristianos, musulmanes, trabajadores, militares franceses y árabes, hombres y mujeres, turistas y los Baranis constituyen todo un conjunto de relaciones sociales entre ellos. Esta diversidad cultural hace nacer un ambiente de relaciones sujetas por motivos religiosos e ideológicos, políticos como sociales; y como consiguiente, genera movimiento de todo tipo en las ciudades y en sus calles.  Servet nos describe –casi pinta- el ambiente en un barrio argelino, narrando el movimiento de los grupos humanos: “disfrutando –dice el autor- del placer de marchar sin dirección ni objeto fijo, recorremos a la ventura boulevares y plazas, viendo desfilar a nuestro lado, como en linterna mágica, militares de todos cuerpos, zuavos y spachis [policía] con sus graciosos uniformes, robustos moros con sus blancos albornoces que les dan aspecto de fantasmas, judíos con pantalón bombacho, y negros corpulentos, haciendo resaltar entre sus blancos ropajes el lustroso tono de su tez”[37].

 

    Por otra parte, las casas y los barrios dan aspecto de diferencia social, entre argelinos mismos, entre éstos y otras comunidades extranjeras y la más significativa entre los franceses y el resto de la sociedad.  Hay casas constituidas para mayor duración y mayor establecimiento, generalmente, las ocupan familias aristocráticas y acomodadas, hay otras que son una mezcla de éstas con otras de menor resistencia e incluso hay quienes ocupan tiendas de lana. En las ciudades, la división social está marcada en las casas y sus distribuciones y en las calles. Donde viven los franceses, ni los extranjeros ni los argelinos pueden habitar juntamente con ellos; los extranjeros, al contrario, pueden vivir dependiendo de sus posesiones materiales y su procedencia. Los argelinos junto a otras comunidades no deseadas viven la parte más desgraciada de la ciudad. En las aldeas y pueblos, casi no se distinguen por las casas ni por las posesiones materiales, son casi iguales en todo.

     Desde el punto de vista religioso, todos los argelinos son musulmanes. Ante la religión todos son iguales, todos tienen el deber de cumplir los detalles religiosos.     Los nobles, aunque gozan de cierto estatus social y material tienen que, por obligación moral, cumplir y respetar las leyes religiosas y son –sin distinción- implicados en tareas sociales.

     Aunque existe la nobleza en la sociedad argelina, no hay clases sociales propiamente dicho, ni bajas ni altas, pero sí existe diferencia al referirse a la posesión material: hay propietarios, arrendatarios y jornaleros; entre ellos casi no se distinguen por las apariencias (manera de vestir), ni en el lenguaje ni en los usos, simplemente se diferencian por los nombres de sus familias y su procedencia.

      A diferencia de los pueblos europeos, en la sociedad argelina no existe lo denominado “obreros” o “mercaderes” propiamente dichos. Casi todos se dedican a la agricultura -llamados Jammas-[38] juntos a las demás comunidades extranjeras excepto a los judíos que se dedican mayormente al comercio; mientras los franceses se reservan a ellos la industria y el resto de las actividades[39]. La posesión de bienes de los argelinos se resume exclusivamente en su casa, su caballo y su fusil. Éstos son, a su vez, signos del estatus social de las personas como de las familias. En algunas regiones, por ejemplo, alcanzar mayoría de edad de los niños, no se basa sobre la edad sino, al contrario, sobre la montura y el manejo del caballo. El fusil, para el argelino, significa la fuerza y al mismo tiempo la seguridad, es una posesión material y a la vez moral, su uso en las fiestas y las celebraciones presenta toda una alegría,  su manera de usar y su manejo es un tema en sus tertulias y en sus encuentros.

      En las ciudades, los oficios más frecuentes de los argelinos se resumen en zapateros, barberos, servidores en los cafés, joyeros, droguistas y fabricantes artesanales. Cada oficio tiene un jefe que se llama Amin (hombre de confianza) que se encarga de resolver los problemas, es un regulador del oficio. A diferencia de las ciudades y en las poblaciones rurales, la sociedad sahariana tiene unas características que la hace diferentes a la región del Tel; hay oficios en que la persona que lo ejerce tienes cierto privilegio social: el primer oficio es del Herrador, no paga ningún impuesto, tiene “el derecho a un beneficio que se llama aadet el maallen. Al volver del Tell, [dice Pedro Sousa] cada familia le da una feutra  de trigo y de cebada y otra de manteca. En la primavera recibe un vellón de lana de oveja por cada tienda. Si se mata un camello para la carnecería, él se lleva la parte comprendida entre la cruz y la cola (…) el herrador está obligado a herrar gratuitamente todos los caballos, con la condición de que el jinete lleva el herraje, o pague por él una cantidad ya fijada”[40]. De igual modo, los veterinarios y los zapateros gozan de ciertos privilegios y ventajas sociales como económicos por no pagar ningún impuesto. Estos oficios dejan a sus que los practican vivir cierta vida acomodada y tener grado social distinguido.

 

El mundo de las relaciones sociales

 

      El mundo de las relaciones sociales entre los argelinos y las demás comunidades extranjeras, de una parte; y entre éstos con los franceses, por la otra, están sujetos a diversos motivos: primeramente, tiene una base política; y en segundo lugar, religiosa  y de carácter costumbrista. La política discriminatoria de los franceses hace que el mundo de las relaciones conste de unas desigualdades caracterizadas por dos niveles; el primero, son unas relaciones de superioridad de los franceses con respecto a los argelinos; y el segundo, un trato de selectividad según las necesidades políticas –mejor dicho ideológicas- de la autoridad colonizadora con respecto a todas las demás comunidades extranjeras[41].

     La comunidad española en Argelia no ha gozado de distinguido trato -ni social ni político- por parte de los franceses, les tratan de igual manera que los argelinos, salvo  excepciones muy reducidas. Los españoles junto con los argelinos componen casi una unidad frente a la autoridad colonizadora[42]. Aunque los españoles son cristianos en su mayoría, no fueron ni mal tratados ni mal vistos por los autóctonos argelinos sino, al contrario, son los más amigos a ellos, constituyen casi una familia, viven y conviven juntos en mismos barrios con lo cual se relacionan con frecuencia, trabajan juntos en la agricultura y demás oficios. En el Oranesado, componen las dos terceras de la población, distribuidos en toda la región de Orán, hacen vida cotidiana más cercana y cordial con los argelinos que con los franceses. Odón en su memoria nos afirma diciendo: “la colonia española está en excelentes relaciones con los indígenas, con los cuales ha comerciado y sigue comerciando tranquilamente”[43]. Esta misma cercanía social y amistosa se repite al nivel popular como a nivel más alto (jefes militares civiles o judiciales). El testimonio de Servet -lo afirma- cuando fue recibido junto con sus amigos por un Kadi quien anula su “importante función” el saber que son españoles, redoblando sus cumplimientos diciendo que árabes y españoles son hermanos; y suspendiendo su importante ocupación[44]

     Ahora bien, en una sociedad caracterizada por múltiples lenguas y culturas, diferentes religiones, distintos ritos y costumbres, los argelinos no perdieron su identidad sino, al contrario, la mantuvieron pese a los intentos fracasados de los franceses para borrarla. La identidad del argelino se conserva mediante las costumbres, la religión, la cultura árabe, su manera de vestir, y en sus encuentros sobre todo en las casas y en los cafés. El Islam, la lengua árabe y el albornoz manifiestan la singularidad y particularidad de la identidad argelina. Por otro lado, auque los argelinos viven en la sociedad de muchas razas y culturas, no componen una sociedad aparte sino, más bien, se relacionan con todos. Esta relación está condicionada por el interés mutuo, sea social o político, sea de carácter religioso. Aunque hablan el francés, el español en el Oranesado, los argelinos no perdieron su identidad, pero si forma parte de otras identidades tanto europeas como árabes y musulmanas. En Orán, por ejemplo, ciudad caracterizada por el dinamismo comercial cuyo fruto es generar unas relaciones sociales por excelencia, hasta para un visitante no le extraña nada ver todos juntos: “no puedo ya, pues, extrañarme [dice un viajero] de haber visto a un moro sentado en la portada de una Saint Chapelle, a un español que dice veritable en vez de verdadero y faillites en lugar de quiebras; a un francés que dice olé a cada paso, y a una porción de seres incógnitos, sin patria, que viven arrastrados hasta aquí como se los empujara el huracán de lo desconocido”[45].

 

  Dinamismo y desigualdad social

 

      Según las obras consultadas, la vida cotidiana de los argelinos se desarrolla en las ciudades como en los pueblos, en las casas como en las calles, en lugares públicos como en los cafés, en los lugares de encuentros (recreación) diarios u ocasionales.

Las casas constan el nivel de vida de la familia que la habita, testimonian el grado de sufrimientos de la capa social encabezada por los argelinos y otras comunidades extranjeras no deseadas, reflejando la realidad social de los habitantes.

      En las ciudades las casas presentan aspectos de desigualdad en la arquitectura, cada una está compuesta por dos partes (categorías) bien distinguidas: una europea y otra árabe u oriental. En la primera, las casas son al estilo europeo moderno: casas grandes, jardines y parques a la inglesa, bulevares, calles anchas; mientras en la segunda, son calles estrechas y de diferentes formas, son “enteramente parecidas a las del Albaicín de Granada y las callejuelas de Córdova y Sevilla. En algunas de ellas jamás se penetra el sol…”[46]. Hay que mencionar que dentro de la arquitectura europea se destaca una francesa y otra extranjera.

    En estos barrios, las mezquitas, los baños –públicos- y el color blanco son los que predominan en cuanto a la fisonomía de la arquitectura oriental o árabe. Cada ciudad representa una referencia para sus habitantes, la ciudad de Orán y su puerto es, para los españoles, la nostalgia y la grandeza del pasado; para los franceses, Argel presenta el núcleo de la dominación del país, “y en verdad –afirma Moreno de la Tejera-que es Argel una ciudad extraña, el poder de los franceses hace cuarenta años presenta en la parte próxima al mar la regularidad y la hermosura de las construcciones europeas, mientras una gran parte de la ciudad escalona, como llevo dicho en ásperas pendientes, ofreciendo el revuelto dédalo de callejuelas…”[47]. De esta forma, todas las ciudades mencionadas por las memorias consultadas, hacen referencia a esta desigualdad de la misma ciudad dividiéndola en dos partes, una moderna francesa y otra antigua árabe.    

       Por su parte Ardanaz Algarate describe la ciudad mostrando la clara diferencia de Argel: “en el interior de la ciudad es sumamente desigual; por un lado se ven calles anchas, tiradas a cordel y bien empedradas, compuestas de edificios nuevos, porticados de arquitectura europea y muchas veces elegantes; por otro lado callejones estrechos, oscuros y tortuosos, formado por casas árabes”[48].

Así pues, las plazas de recreo, mercados, plazas públicas y los barrios son los que caracterizan cada ciudad argelina. Cada capital de provincia tiene características típicas: Constantina es una ciudad oriental por excelencia debido a sus calles, su Kasbah y sus puentes. Orán ciudad de españoles por excelencia, es la más dinámica y presenta aspectos de comercio y negocios: las costumbres, los trajes, los rótulos comerciales, los hombres de los cerros, los castillos, las murallas; en fin, es una ciudad española más que francesa o árabe, “Orán –nos explica Servet-  en todo tiempo árabe, española, turca, es hoy una ciudad bien trazada y construida en la que la población europea circula con la fabril actividad que da el movimiento creciente de los negocios y tiene muy marcado el sello de nuestras grandes poblaciones marítimas”[49]. Orán a diferencia de todas las ciudades, es una ciudad donde casi todos las comunidades extranjeras viven conjuntamente sin problemas ni incidencias graves, hasta los viajeros no perciben la diferencia entre tierras argelinas y las españolas debido a la abundancia de los españoles. He aquí el testimonio de Odón de Buen quien nos describe el ambiente en un barrio oranés: “ya por el camino, en los carruajes que constituyen el tren y en las estaciones de la línea férrea se oían conversaciones en español y epítetos aislados de esos que denuncian a la legua la presión de nuestros compatriotas, y en realidad Orán es una ciudad española”[50]. Por su parte, Rodrigo Soriano, afirma que Orán presenta tres categorías poblacionales relacionadas entre sí, una árabe, otra francesa y por último, una española: “Orán es París, pero un París alegre, sin días grises, sin miserias, sin conmociones de la vida moderna. Todo parece sonreír en sus calles; todo es alegre en sus cafés en que verdean palmeras; todo chillón meridional en su puerto”[51]. No obstante, este dinamismo y esta alegría no abarca todos los rincones del Oranesado, sino hay partes –en su mayoría- que reflejan la pobreza y la miseria de sus habitantes y así en todas los rincones del suelo argelino. Los franceses no solo hacen política discriminatoria  con respeto a los argelinos sino, de semejante manera, con todos las comunidades no deseadas encabezada por la española.

 

Listado de algunas obras basadas en viajes a Argelia

 

–    Algarate, Ignacio, (1889), Memoria sobre la importancia de nuestro poder militar en el Norte de África. Ofi. dela Dirección dela Infantería, 114 págs.

–   Buen, Odón de, (1887), De Kristiania a Tuggurt: impresiones de un viaje por Noruega, Suecia, Funlandia, Rusia, Alemania, Holanda, Inglaterra, Francia, Mónaco, Argelia y desierto de Sahara, Madrid, Fortanet, 403 págs.

–   Codera y Zaidín, Francisco, (1892), Misión histórica en Argelia y Túnez: trabajo leído ante la real Academia de la Historia, Madrid, Fortanet, 206 págs.

–   Echague, Francisco, (1894), Un paseo por Argelia, Madrid, Imp. del Memorial de Ingenieros, 69 págs.

–   El Globo, (1847-1848), Costumbres, usos y trajes de todas las naciones…, Barcelona, J. Verdaguer, 2 v., 150 lám.

–  Lara, Juan Felipe de, (1888), De la peña al Sahara: apuntes de un viaje, Imp. Infantería de Marina, s.l., 195 págs.

–  Malo de Molina, Manuel, (1852), Viaje á la Argelia: descripción geográfica y estadística del África Francesa, del Desierto y de los árabes, con sus usos, costumbres, religión y literatura, Valencia, Imp. de José Ferrer de Orga, 288 págs.

–   Moreno de la Tejera, Vicente, [¿1877?], Diario de un viaje á Oriente, Argel, Nápoles, Pompeya y el Vesubio, Cecilia, Grecia, el Archipiélago, Turquía y Egipto, Madrid, M. Martínez, 274 págs.

–  Pons y Boigues, Francisco, (1888), “Apuntes de un viaje por Argelia y Túnez”, Madrid, Revista Contemporánea, t. LXIX, págs. 67-111.

–   Soriano, Rodrigo, (1895), Moros y cristianos: notas de viaje (1893-1894): Melilla, Argelia, la Embajada del General Martínez Campos, segunda edición, Madrid, Librería de Fernando Fé, 416 págs.

–  Servet, José María, (1890), En Argelia: recuerdos de viaje, Madrid, Tomas de Minuesa, 311 págs.

–  Sousa, Pedro, (1870), Siete años en África: aventuras del renegado Sousa en Marruecos, Argelia, el Sahara, Nubia y Abisnia, Madrid, Librería de Cuesta, Imp. Universal, 240 págs.

–  Ximenez de Sandoval, Crispín, (1853), Memorias sobre la Argelia: escrita por consecuencia de la comisión que tuvieron en 1844, Madrid, Rivadeneyra, 655 págs.

 

Fuentes

 

–    Algarate, Ignacio, (1889), Memoria sobre la importancia de nuestro poder militar en el Norte de África. Ofi. dela Dirección dela Infantería, 114 págs.

–   Buen, Odón de, (1887), De Kristiania a Tuggurt: impresiones de un viaje por Noruega, Suecia, Funlandia, Rusia, Alemania, Holanda, Inglaterra, Francia, Mónaco, Argelia y desierto de Sahara, Madrid, Fortanet, 403 págs.

–   Echagüe, Francisco, (1894), Un paseo por Argelia, Madrid, Imp. del Memorial de Ingenieros, 69 págs.

–   El Globo, (1847-1848), Costumbres, usos y trajes de todas las naciones…, Barcelona, J. Verdaguer, 2 v., 150 lám.

–  Malo de Molina, Manuel, (1852), Viaje á la Argelia: descripción geográfica y estadística del África Francesa, del Desierto y de los árabes, con sus usos, costumbres, religión y literatura, Valencia, Imp. José Ferrer de Orga, 288 págs.

–   Moreno de la Tejera, Vicente, [¿1877?], Diario de un viaje á Oriente, Argel, Nápoles, Pompeya y el Vesubio, Cecilia, Grecia, el Archipiélago, Turquía y Egipto, Madrid, M. Martínez, 274 págs.

–   Soriano, Rodrigo, (1895), Moros y cristianos: notas de viaje (1893-1894): Melilla, Argelia, la Embajada del General Martínez Campos, segunda edición, Madrid, Librería de Fernando Fé, 416 págs.

–  Servet, José María, (1890), En Argelia: recuerdos de viaje, Madrid, Tomas de Minuesa, 311 págs.

–  Sousa, Pedro, (1870), Siete años en África: aventuras del renegado Sousa en Marruecos, Argelia, el Sahara, Nubia y Abisnia, Madrid, Librería de Cuesta, Imp. Universal, 240 págs.

–  Ximenez de Sandoval, Crispín, (1853), Memorias sobre la Argelia: escrita por consecuencia de la comisión que tuvieron en 1844, Madrid, Rivadeneyra, 655 págs

 

Bibliografía

 

– Almirante, José, (1876), Bibliografía militar de España publicado por M. Tello, 988 págs.

– Bonmati Anton, José Fermín, (1989), Emigración alicantina a Argelia (Siglo XIX y primer tercio del Siglo XIX), Alicante, Universidad de Alicante, 270 págs.

– Crespo Gerard; Jordi, Jean-Jacques, (1991), L´immigration espagnole dans l´Algerois de 1830 à 1914: Histoire d´une  migration. Versaille, Ed. de l´Atlanthrope, 181 págs.

– Latroch, Djamel, (2004), La sociedad argelina vista por los viajeros españoles del S. XIX, DEA, Dep. de Historia Contemporánea (Univ. Complutense de Madrid). 145 págs.

– Sevilla Andrés, Diego, (1960), África en la política española del S.XIX, Madrid, IDEA, 246 págs.

– Sola, Emilio, (1993), Argelia, entre el desierto y el mar, Madrid, Mapfre, 362 págs.

– Terki Hasseine, Ismat, (1984), “Historiograhie et nécéssité de recherche historiographique sur l´Algerie au XVI-XVIII Siècles”. Séminaire International sur les Sources Espagnoles de l´Histoire Algerienne, Oran, 1981, (la publicación de los trabajos de este semanario fue 1984).

– Vilar, Juan Bautista, (1996), “Las emigraciones españolas a Argelia”, En: Atlas dela Inmigración Magrebí en España, Madrid, Universidad Autónoma Ediciones, págs. 27-29.

 

 

 



[1] Argelia, en los discursos de los políticos españoles, a partir de 1840, ocupa atención sumamente especial, debida a la presencia francesa y su política colonial.

[2] Ardanaz Algarate, Ignacio, (1883), Memoria sobre la importancia de nuestro poder militar en  el Norte de África. Madrid. Oficina Tip. de Dirección General de Infantería. Para acercarse más a este tema y las labores de los militares. Véanse: Almirante, José, (1876), Bibliografía militar de España publicado por M. Tello, 988 págs.

[3] Sevilla Andrés, Diego, (1960), África en la política española del Siglo XIX. Madrid, IDEA, pág. 39.

 

[4] Para acercarse a este tema y las causas económicas y sociales, es recomendable consular la obra de: Bonmati Anton, José Fermín, (1989), Emigración alicantina a Argelia (Siglo XIX y primer tercio del Siglo XIX), Alicante, Universidad de Alicante, págs. 23-97.

[5] Crespo Gerard; Jordi, Jean-Jacques, (1991), L´immigration espagnole dans l´Algerois de 1830 a 1914: Histoire d´une  migration. Versaille, Ed. de l´Atlanthrope, pág. 20.

[6] Vilar, Juan Bautista, (1996), “Las emigraciones españolas a Argelia”, En: Atlas dela Inmigración Magrebí en España, Madrid, Universidad Autónoma Ediciones, pág. 27.

[7] No es nuestro propósito adentrarnos en los temas de la emigración ni en las estadísticas. Las valiosas obras del profesor Juan Bautista Vilar y sus numerosos artículos son de suma importancia para el entendimiento de este fenómeno. Véanse: Vilar, J. B;  Vilar, María José, (1999), La emigración española al Norte de África (1830-1999). Madrid, Arcos Libros, 78 págs. También, Vilar, Juan Bautista, (1983), “Emigraciones murcianas a Argelia en el Siglo XIX: su impacto demográfico, social y económico de la provincia de origen”, en Cuadernos de Historia, t. X,  Madrid, Instituto Jerónimo Zurita, CSIC, págs. 335-358.

[8] Las memorias de los militares son la base de estas líneas, no obstante, la producción artística y literaria empezaron a lucir a finales del Siglo, con especial mención después de los sucesos de Saida. He aquí unos ejemplos: Pedro Escamilla, (1881), Las matanzas de Orán: Apropósito dramático en un acto original y en verso. Madrid, s.n, Establecimiento Tipográfico de M.P. Montoya y Compañía. Véanse también: Lartundo, Ramón de, (1881), De vuelta de Argel: juguete lírico en un acto y en prosa. Madrid. Imp. de José Rodríguez. Leal Amaiz, Emilio, (1881), Los sucesos de Orán: episodio dramático é histórico de actualidad en un acto dividido en tres cuadros y un verso, Madrid, Velasco, Imp.

[9] Para acercar a este punto en concreto hemos hecho un estudio comparativo entre las del Siglo XIX  y las anteriores, véanse nuestro trabajo del DEA: Latroch, Djamel, (2004) Argelia vista por los viajeros españoles del Siglo XIX, Dep. de Historia Contemporánea, UCM, págs 15-40. También véanse Terki Hasseine, Ismat: “Historiograhie et nécéssité de recherche historiographique sur l´Algerie au XVI-XVIII Siècles”. Séminaire International sur les Sources Espagnoles de l´Histoire Algerienne, Oran, 1981, (la publicación de los trabajos de este semanario fue 1984).

[10] Sola, Emilio, (1983), Argelia entre el desierto y el mar. Madrid, Mapfre, pág.18

[11] Véanse el listado –al final del texto- de algunas obras cuya temática es la sociedad argelina.

[12] Me refiero a los que visitan todas las regiones de Argelia (Argel. Orán, Constantina…). Sin embargo, hay algunos que solo se movían en una región determinada, Orán o el  Sahara por ejemplo.

[13] Casi todos los viajeros españoles de la época tienen conocimientos de otros viajeros internacionales celebres. Los franceses también han elaborado muchas memorias a este estilo.

[14] Servet, José  María, (1890), En Argelia: recuerdos de un viaje, Madrid, Imp. Tomas Minuesa, pág. 5.

[15] Para acercarse a la organización política, social y militar antes de la colonización francesa, conviene consultar la obra que sigue: s.a (1817), Descripción estadística de Argel, ó noticia de los principales sucesos y situaciones de este país en sus diferentes ramos: con reflexiones sobre las ventajas de su actual estado pueden resultar al comercio y navegación de España: y un suplemento relativo a las monedas, pesos y medidas de aquella Regencia. Madrid, Vega y Campo, 122 págs.

 

 

[16] Ximenez de Sandoval, Crispín, (1853), Memorias sobre la Argelia: escritas por consecuencia de la comisión con que de Real órden pasaron a aquel país  en el año 1844, Madrid, M. Rivadeneyra, pág. 261. El profesor Víctor Morales Lezcano ha hecho un estudio sobre Sandoval: (1987), “La misión de Sandoval y Madero a Argelia (1884-45). Datos para el conocimiento del Africanismo Español”, Canarias-Noreste de África,La Palmas de Gran Canaria, págs 319-330.

[17] El término tribu no significa una aglomeración de familias, sino más bien una especie de unificación de familias que tienes el mismo nombre.

[18] En unas obras se puede llamar a esta asamblea con el término Jamaa, que significa asamblea o consejo.

[19] Servet, José María, Ob. cit.,  pág. 49.

[20] Ximenez de Sandoval, C., Ob. cit. pág. 265.

[21] Es un alumno que se dedica esencialmente a estudiar y recibir formación religiosa en la Zauía.

[22] Aghá, Kaid, son términos de origen turco.

[23] la definición de Dechra se limita a una familia “es un lugarejo habitado por una sola familia, cuyos individuos obedecen a la autoridad patriarcal del padre o jefe de la rama que le sigue”, Sousa Pedro, (1894), Siete años en África: aventura del renegado Sousa en Marruecos, Argelia, el Sahara, Nubia y Abisinia. Madrid, Librería de Cuesta, Imp. Universal, pág. 60.

[24] Malo de Molina, Manuel, (1852), Viaje á la Argelia: descripción geográfica y estadística del África Francesa, del desierto y de los árabes, con sus usos, costumbres, religión y literatura. Valencia, Imp. de José Ferrer de Orga, págs, 148-149. (existe otra edición del mismo año pero con 288 páginas y la última edición es del año 2000, Valencia, Liberaría Paris-Valencia).

 

[25] El Califa es la máxima autoridad dentro de la sociedad argelina, y bajo el mando del Emir, en su persona reside la autoridad espiritual y temporal.

[26] Malo de Molina, M., Ob. cit.,  pág. 183.

[27] El término moro –en las obras- no hace referencia, en absoluto,  a árabes en general sino, más bien, a los argelinos que conservan su descendencia de familias retornadas de España.

[28] Malo de Molina, Manuel, Ob. cit., pág 156.

[29] Ídem.

[30] Echagüe, Francisco, (1894), Un paseo  por Argelia. Madrid, Imp. del Memorial de Ingenieros,  pág. 61.

[31] Servet, José María, Ob. cit., pág. 13.

[32] El Globo: Costumbres, usos y trajes de todas las naciones, Barcelona, Librería de D. Francisco Oliva, 1847, pág. 8.

[33] El término Beranis se califica a toda persona extranjera que no es argelina o árabe.

[34] Ximenez de Sandoval, C., Ob. cit., pág. 267.

[35] No queremos adentrar en este punto. Sin embargo, la nobleza en Argelia  tuvo un importante eco social en toda la geografía argelina. Hay nobleza militar que se remonta a la presencia turca, se llama Dchuad; hay otra que tiene base el origen de la persona o familia, se llama Cherif o Chorfa, en lo cual cada persona que logra aprobar por medio del título en regla, ser descendiente de la familia del Profeta; y por ultimo, hay clase de nobleza cuya base es la religión, es nobleza por ser hijo de algún sabio religioso. Hay que mencionar también que los franceses crearon otra nobleza, se limita esencialmente a los individuos que ejercen cargos de responsabilidad bajo la autoría francesa, generalmente son los Kaid o Chauch, es mucho más inferior a las anteriores y a veces la más odiosa.

[36] Servet, José María, Ob. cit., pág. 17.

[37] Ídem

[38] La tierra cultivada por un argelino que generalmente es llamado Jammas, y la tierra cultivada por él se denomina por Zouija, “el propietario (un francés) arrienda al obrero con la condición de que los productos serán repartidas de este modo: cuatro quintas para el amo, el resto para el quintero llamado Khammas o cultivador de la quinta parte”. Véanse Sousa, Pedro, (1870), Ob. cit., págs. 110-111.

[39] Ximenez de Sandoval, C., Ob. cit., págs. 109-114.

[40] Sousa, Pedro, Ob. cit., págs 128-129.

[41] Me refiero a los judíos que desde 1880 gozan de ciertos privilegios sociales y económicos. Para acercarse al tema de los judíos en Argelia y su situación social antes de la colonización véanse: s/a, (1817), Descripción estadística de Argel, ó noticia de los principales sucesos y situación de este país en sus diferentes ramos: con reflexiones sobre las ventajas que de su actual estado pueden resultar al comercio y navegación de España; y un suplemento relativo á las monedas, pesos y medidas de aquella Regencia. Madrid, Vega y Campos, 122 págs.

[42] El ejemplo de esta cercanía entre argelinos y españoles, lo atestiguan las obras de los viajeros.

[43] Buen, Odón de, (1887), De Kristiania a Tuggurt: impresiones de viaje por Noruega, Suecia, Finlandia, Rusia, Alemania, Holanda, Inglaterra, Francia, Mónaco, Argelia y desierto del Sahara. Madrid, pág. 384. (existe una nueva edición del año 1998, “Zuera”, Ayuntamiento Zuera Zaragoza: Institución Fernando el Católico).

 

 

[44] Servet, José María, Ob, cit., págs 286-287.

[45] Soriano, Rodrigo, Ob. cit., pág. 66.

[46] Malo de Molina, Manuel, Op. cit., pág. 73. Según el Globo, la ciudad de Argel presenta dos partes desiguales “la parte baja de la población participa de la fisonomía europea, hay plazas; casas y edificios que nos recuerda París; mas la parte superior presenta la imagen del Oriente musulmán, es una ciudad árabe en toda la sinceridad de su tipo característico, sus calles son tortuosos y tan estrechas que apenas no pueden pasar por ellas dos hombres de frente”, Ob. cit., v. I, pág. 17.

[47] Moreno de la Tejera, Vicente, (¿1877?), Diario de un viaje a Oriente: Argel, Nápoles, Pompeya y el Vesubio, Sicilia, Grecia, el Archipiélago, Turquía y Egipto.  Madrid, M. Martínez, pág. 26.

[48] Ardanaz Algarate, Ignacio, Ob. cit., pág. 64.

[49] Servet, José María, Ob. cit., 17.

[50] Buen, Odón de, Ob. cit., pág. 383.

[51] Soriano, Rodrigo, Ob cit., pág 65.